Mujer abrazada a un cuervo

Cruz es una chica joven, hija de un famoso médico. Tiene un don: puede dar saltos al pasado y vivir el instante que haya elegido.
Viajará, por encargo de su padre, a un pueblo navarro, donde en la actualidad una pareja acaba de enterrar a su hijo recién nacido, poseedor de lo que parece ser la antigua peste bubónica. La medicina quedará relegada en un segundo plano, porque en el pueblo se habla de una antigua maldición.
Aquí, nuestra protagonista deberá utilizar su don, regresando al siglo XVII para poder ayudar a esa pareja y ahuyentar la leyenda. Pero no será fácil, los vecinos la miran con recelo y el cura del pueblo esconde un secreto.
Este sería el resumen de lo que vais a leer. Vale, ya sabéis de qué clase de historia se trata. En sí, podría ser una más de tantas escritas, pero no, no lo es, hay una diferencia muy importante con otras: cómo está escrita, cómo la ha trabajado el autor. Si sois lectores habituales entenderéis pronto lo que quiero decir.
Hay buenas historias, hay historias bien escritas, pero de vez en cuando ambas cosas se juntan. Lo sabes al poco de comenzar a leer: cuando haces la lectura lenta, cuando no hay prisa por saber qué hay en la otra página, cuando lo lees todo, todo, sin dejar nada. Ismael, lo hizo, no solo detiene este tiempo para regresar al pasado, lo detiene para ti, para que leas tranquilo, sin prisas, porque su forma de narrar lo pide.
¿Me he explicado bien? Espero que sí. Aquí tenéis una novela, entre histórica y terror, donde nos recuerda a esos médicos del pasado con la máscara de la peste. Unos bosques navarros por donde nuestra protagonista buscara la verdad. Una muerte que regresa tal vez en forma de leyenda, pero qué más da cómo venga. Ya lo dice nuestro autor, la muerte es viajera. Buscad una buena butaca para viajar con ella.
Una gran novela que yo os recomiendo