A veces me siento pequeña

Este libro cuenta la historia de una niña, pero esta niña puede ser, no sólo cualquier niño, sino también, cualquier adulto, ya que muchas veces, a lo largo de nuestra vida, nos sentimos igual que esta niña: pequeños.
Pequeños, no de tamaño, sino pequeños de sentimiento. En muchas ocasiones nos sentimos insignificantes, poca cosa o poco importantes con relación a los demás, incapaces de poder hacer muchas cosas en la vida y esa situación nos abruma y nos bloquea. Sin embargo, este libro nos enseña lo equivocados que estamos.

La protagonista de esta pequeña gran historia nos muestra que la vida hay que mirarla con otros ojos, desde otra perspectiva y de una forma más optimista, ya que la actitud, en la mayoría de ocasiones es algo muy importante a tener en cuenta. Y es con esta actitud positiva con la que debemos pararnos a mirar alrededor nuestro. Es momento para la reflexión y el propio aprendizaje, y darnos cuenta de que lo que nos hace grandes son las pequeñas cosas del día a día y nuestras acciones, un saludo amable y una sonrisa por la mañana, reciclar un objeto para contribuir al medioambiente, observar la naturaleza y esa fuerza y paz que nos brinda...

Aunque no lo parezca, la historia de este libro tiene mucho de psicología detrás. Pues, normalmente, solemos decirle a los niños lo que deben y no hacer, pero sin darnos cuenta, también lo que no pueden hacer "no puedes porque aún eres pequeño". Sin embargo, de lo que no nos damos cuenta es de que lo que realmente nos empequeñece son las cosas que ni siquiera intentamos hacer y las dejamos a un lado. Todos nos podemos ayudar, y ese niño, con la ayuda de una persona mayor puede llegar a aprender y a hacer grandes cosas para él y con el tiempo, si se lo proponen hacer cosas estupendas y geniales. Además, en muchas ocasiones, un conjunto de pequeñas cosas, llegan a crear algo muy grande.

Además, en este libro, podemos ver que la niña observa no sólo las cosas que hay a su alrededor, sino también a las personas más cercanas que la rodean, su mamá, su vecina, la profesora, su vecino, el médico... Adultos en quien los niños se fijan y con quienes se comparan, por lo que somos un ejemplo a seguir para ellos, adultos a los que imitar, un espejo en el que mirarse. Lo que hace que el adulto que lee este libro a un niño reflexione también, no sólo en esa perspectiva y positivismo, sino en ser grandes personas en quien sus hijos se fijan, para que los más pequeños acaben siendo enormes.

Un libro lleno de valores con unas ilustraciones preciosas a color y tamaño ideal para ser contado, ya que es en tapa dura con un formato de 24 x 30 cm. Además, esta historia, da pie no sólo a comentar con el niño, debatir, hacerle reflexionar y pensar y viajar hacia otras nuevas historias, desarrollando la imaginación, el amor por la lectura y la naturaleza y fomentando el interés por hacer y descubrir nuevas cosas.

Por todas estas cosas, no es de extrañar que haya recibido el Premio Algar de Cuentos Infantiles.

Un libro que sin duda recomiendo.