Mi vecino Miyazaki

Howl no es un hombre sin corazón. Puede ser egoísta y cobarde, y a veces es difícil entenderle, pero sus intenciones son buenas. El solo quiere ser libre.

Así, si las palabras tienen el poder para dominar a los demás, también lo tienen para alcanzar las metas.

Aún en un final agridulce en el que los seres humanos pagan por los pecados cometidos, siempre se puede aprender a continuar y a preservar el corazón de pureza que habita en los bosques.

En un guión más convencional, el amor de Ashitaka habría bastado para apaciguar la ira de San. [...], pero Hayao Miyazaki no cree en los milagros, sino en el esfuerzo y en los corazones de las personas, llenos de dudas, temores y sentimientos que pueden variar, pero no hasta el punto de traicionar sus propios principios.

No hay una forma de vivir la vida. Haz lo que creas que debes hacer, pero te advierto que vivir de una forma distinta a la del resto del mundo es muy duro.

El mismo esfuerzo es el propio éxito. Puede salir bien o puede salir mal: las primeras veces seguro que no serán perfectas, pero con esfuerzo sin duda estarás más cerca de tus objetivos que si no haces nada.

Los personajes se alejan de la perfección, se equivocan, tropiezan cuando corren, se percatan de ínfimos errores que prácticamente parecen no aportar nada y que, sin embargo, son los que marcan la diferencia.

Él no nos lo da masticado: nos dice que hay que tener esa esperanza y nos explica los motivos, pero no nos presentan soluciones edulcoradas de "fueron felices y comieron perdices". Para el siempre es "pueden ser felices si hacen las cosas bien teniendo en cuenta que los problemas existen."

Tengo miedo de mi misma, no sé qué puede provocar el odio en mí. No quiero matar a nadie.