Hierba

¡Qué terrible es la sensación de arrastrar un peso que te impide seguir adelante! Esa lacra que te anula como persona, que te encierra entre murallas que tú mismo te has construido, que te sirve como pretexto para esconderte tras cualquier excusa.
Sheilla trata de continuar con su vida escondiendo su devastador pasado hasta que un día no le queda más remedio de tener que enfrentarse de nuevo a sus miedos.
Y es que ha recibido una inesperada llamada para identificar el cadaver de quien fue su marido en un depósito de cadáveres. Allí se encuentra cara a cara con su pasado y, de manera inevitable, termina por remover todos los recuerdos que creía haber olvidado, llevándose consigo su devastadores traumas.
A raíz de ahí lo mejor es no saber demasiado, más allá de que nos adentraremos de lleno en la cabeza de Sheilla y veremos como de destruida puede estar a pesar de su aparente fortaleza. Anya Martin nos invita a pasar esos días encerrados en la casa de nuestra protagonista, donde veremos la fijación y mimo que siente por las plantas, esas amigas a las que cuida con devoción sin esperar nada más de ellas que la presencia de su belleza.
Todo esto nos lo contará Sheilla en primera persona, ayudándose de un poco de marihuana que le ayudará a aliviar la carga que tiene acumulada. En cierto modo, el consumo liberará el peso de esa carga pero, al mismo tiempo, la enfrentará cara a cara a ella en una batalla de la que sabe que sólo vencerá destruyéndolo todo a su paso.
Pero claro, ¿que es lo que pasa cuando tus recuerdos del pasado no quieren marchase?, ¿cómo dejas atrás una reminiscencia que ahora te hace feliz? ¿Cómo consigues dar un paso al frente cuando eres incapaz de mirar el suelo que tienes delante?
Anya Martin nos presenta un novela corta muy interesante en el que indaga en todas esas preguntas mientras que nos presenta una historia de amor peculiar y bizarra, con un peculiar sentido del erotismo y, sobre todo, llena de dureza en cada una de sus frases. Es imposible leerla sin que te raspe por dentro, sin que sientas la misma sensación mustia que experimentan nuestros personajes, de necesitar como sea un poco de agua para evitar secarte de manera definitiva.
Un experimento bizarro, precioso y lleno de reflexión.