Caperucita en Manhattan

A quien dices tu secreto, das tu libertad.

-Hija, no nos da tiempo a nada-dijo la abuela. Fue media hora que se pasó en un vuelo. Como el tiempo de los sueños. Miranfú.

Yo no comprendo cómo dice la gente que se aburre. A mí nunca me da tiempo para todo lo que quisiera hacer.

He conocido a mucha gente a lo largo de mi vida, comisario, y créame, en nombre de ganar dinero para vivir se lo toman tan en serio que se olvidan de vivir.

Y no olvides una cosa -le dijo miss Lunatic-. No hay que mirar nunca para atrás. En todo puede surgir una aventura. Pero ante las ansias de la nueva aventura, hay como un miedo por abandonar la anterior. Plántale cara a ese miedo.

Lo que vale la pena siempre es largo de contar.

Para mí la única fortuna, ya le digo, es la de saber vivir, la de ser libre. Y el dinero no libera.

¿A qué llaman vivir? Para mí vivir es no tener prisa, contemplar las cosas, prestar oído a las cuitas ajenas, sentir curiosidad y compasión, no decir mentiras, compartir con los vivos un vaso de vino o un trozo de pan, acordarse con orgullo de la lección de los muertos, no permitir que nos humillen o nos engañen, no contestar que sí ni que no sin haber contado antes hasta cien...
Vivir es saber estar solo para aprender a estar en compañía, y vivir es explicarse y llorar... y vivir es reírse...

Las cosas y las personas que solo se han visto con los ojos de la imaginación pueden seguir viviendo y siendo iguales, aunque desaparezcan en la realidad. Cuando se han visto y luego se dejan de ver, el cambio es mayor.

En los años en que un niño aprende a leer y a soñar es cuando lo desconocido se rodea de más magia.