Tal vez después de enfrentarte con un monstruo marino no pierdes la voz. Tal vez nada más olvidas que también puedes hablar cuando estás despierta.
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Tal vez después de enfrentarte con un monstruo marino no pierdes la voz. Tal vez nada más olvidas que también puedes hablar cuando estás despierta.
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Cuando me siento con el ánimo seco o paso varias noches sin soñar, vuelvo a repasar nuestras conversaciones codificadas en acuarios. Hay algunas que ya no puedo descifrar tan fácilmente como antes. Pero hay otras que todavía me hacen caer bajo el influjo de la sal, provocándome el deseo casi insoportable de acostarme boca arriba en mi bote y esperar ahí hasta que llueva.
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Nunca fui bueno con las despedidas. Quería decirle tantas cosas que las palabras se atoraron en mi garganta. Ella, acostumbrada al silencio, fue más práctica y me besó en la boca. La besé de vuelta.
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Tal vez alguien que no ha pasado por una sequía, piense que es terrible que una chica te diga aguacero cuando le declaras tu amor. Pero, cuando por poco caes presa del delirio a causa del calor, no puede haber nada mejor que la lluvia.
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Dos años viviendo con alguien y resultaba que no lo conocía en absoluto. Pero bueno, tampoco era únicamente mi culpa. Por alguna razón, él siempre me había mantenido a distancia. O quizás simplemente era así con todo el mundo.
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Pero en este lado, a diferencia de los sueños, las cosas no siempre son solo lo que parecen. Decir “te quiero” no es tan fácil.
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¿Cuando besas a alguien en un sueño cuenta como un beso real? No lo creo. Pero aun así, se había sentido de verdad.
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Ella sonrió burlona. ¡Cómo odiaba que pudiera leerme la mente! Y es que en el fondo, mientras la miraba enojado, no había podido evitar pensar que era muy bonita a pesar de su mal carácter.
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Hay días en los que la basura es basura y hay días en los que la basura es algo más.
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El resto del día solo decíamos lo indispensable, como si pronunciar cada palabra nos empobreciera.
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¿A quien baila Raquel en la fiesta en la casa de los hidalgo?