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¿Sabíais que en 2006 una pareja rompió y fundó el que hoy es el museo más visitado del Zagreb? Un vestido de boda dentro en una jarra de cristal, un tubo de pasta de dientes arrugado y vacío, cartas y notas de amor apenas legibles por las lágrimas o la supervivencia al fuego, un sujetador gastado de tanto ir a la lavadora, cajas de cerillas, espejos rotos, un jersey lleno de pelusas, un móvil tamaño ladrillo... No hay nada, por pequeño, humilde y banal que sea, que no tenga cabida en este museo que recoge recuerdos de personas de todo el mundo que han pasado por una ruptura y hacen sus donaciones. Dicen que eliminar recuerdos ayuda al duelo y la sanación, yo creo que es la amistad. La buena, la de verdad, es la pared maestra de nuestro edificio. La amistad que no se juzga por la proximidad o la regularidad de la comunicación, sino por la generosidad con la que aceptamos la falta del otro. Incluso cuando estamos en completo desacuerdo sobre temas de política o si la pizza puede, o no, llevar piña. En este libro, a Aina se le viene todo encima en una vorágine de sucesos acelerados en el que sus amigas serán la única red y el tortazo de realidad que necesita. Carla, la autora, consigue con su obra hacernos reflexionar sobre el autoboicot, la influenciabilidad y la culpa. Nos hace ver lo necesario que es el aprender a estar en soledad para poder mirar con perspectiva nuestro entorno, la importancia del amor propio para poder querer bien a los demás y la valía de la buena amistad. Y todo ello en una trama cargada de asuntos muy a la orden del día en cuanto a amor idealizado se refiere... “El caos de Aina” es una lectura ágil, que engancha y que, sin bien es cierto que a veces te pone de los nervios y te dan ganas de gritar a su protagonista, consigue que llegues al final con ganas de más. Es mi primera experiencia con un libro viajero, y haber podido compartir impresiones con otras lectoras ha sido muy curioso y gratificante. No sé vosotr@s, pero yo prefiero atesorar recuerdos antes que olvidos, pues siempre habrá objetos, canciones u onomatopeyas que me dejen en “Stand By” el cuore. También -seguro- amistades que ayuden a reanimarlo. |
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