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Crítica de Guille63


Guille63
07 March 2023
“La crueldad es contagiosa. El odio es contagioso. La fe es contagiosa. La locura es contagiosa. La estupidez es contagiosa.”

Es tal la confianza que tengo en Marías que empiezo siempre sus novelas con la casi total seguridad de que obtendrá sus cuatro o cinco estrellas pertinentes. Solo una vez tuve que bajar a tres, y no tanto por falta de cualidades sino por el resultado de compararla con el resto de sus obras. Pues bien, este pobre Nevinson ha salido incluso peor parado de esa comparación, pero, como dice uno de los muchos mantras que contiene la novela, nuevos y antiguos, todos tenemos nuestras lealtades, aunque sean inexplicables: no me veo capaz de otorgarle únicamente dos estrellas, ni sería justo tampoco.

En su trama, la novela es una dramatización del famoso dilema del ferrocarril, ya saben, un tren se dirige a toda velocidad por una vía en la que se encuentran cuatro víctimas inadvertidas del peligro inminente. Solo usted puede salvarlas efectuando un cambio de vía que lo dirija hacia otra dirección en la que, desgraciadamente, también hay una víctima, pero solo una, que, en tal caso, morirá con absoluta seguridad. Este dilema, ya de por sí irritante, viene aquí reforzado por la sospecha de que esa única víctima, de dejarla viva, puede ser además la causa de más muertes.

“Matar no es extraño si se tiene pleno conocimiento de a quién se mata y de a cuántos se salva, casi todos lo ignoran y se acobardan.”

Para escenificar tal dilema, Marías aborda un tema tan difícil como es el terrorismo…

“Los terroristas no son patriotas ni revolucionarios ni creyentes ni militantes. En primer lugar son asesinos.”

… y su complementario, ese mundo sucio de las cloacas del estado que tan hipócritamente condenamos a veces desde fuera, que tan duro y definitivo puede ser para los que están dentro y lo difícil, no obstante, que es salir de él…

“Resulta insoportable estar fuera una vez que se ha estado dentro y allí se ha creído poder despeinarle, de tarde en tarde, una pestaña al universo.”

… o que te saquen.

"… se emborrachan, se drogan, se deprimen, se arrepienten y buscan expiación o castigo, se dan al juego y contraen deudas insaldables, se refugian en las religiones tradicionales o en otras nuevas de pacotilla, todas absurdas; o bien se pavonean, necesitan hacer saber que han hecho algo valioso en la vida, no soportan que sus hazañas no consten en ningún registro, les acaba por pesar el secreto de su existencia.”

Al hilo de ello, y como no podía ser menos en Marías, se tratan una variedad importante de aspectos relacionados con el principal, como el poder del odio, de la venganza…

“Nada se va jamás del todo, y lo que parece haberse ido regresa antes o después… en todo caso regresa con el rencor acrecentado.”

… la fuerza de lo ya hecho, de lo ya sucedido, las dudas, el tormento, el sentirse solo pasado y ser ya incapaz de cambiar el rumbo…

“Y poco a poco uno se pregunta si todo fue necesario, cada acción, cada promesa, cada argucia y cada falacia, y el tormento lo va minando y venciendo…y es entonces cuando uno comprende que, una vez que uno empieza, una vez que da el primer paso y se tuerce, solo cabe avanzar por el camino torcido, y retorcerlo.”

… lo difícil del arrepentimiento…

“… no se pueden arrepentir sin demoler y destruir toda su existencia anterior.”

… lo trágico que es ese momento en el que uno vislumbra la inutilidad de todo el horror causado a tanta gente inocente, el de comprobar que toda esa mierda al final no ha servido para nada.

“Todo se ha gastado, nada se ha obtenido.”

Todo esto, y más, con la primorosa y precisa prosa de Marías. ¿Qué podía fallar?

Uno no se cansa nunca de leerle, pero tampoco es lo más deseable encontrarte cien veces el mismo comentario, a veces modificado o enfocado desde otro punto de vista, muchas veces literalmente el mismo, algo que es marca y señal del autor, pero de lo que aquí, pienso, se ha abusado en demasía.

Por otro lado, no es que las historias que narra Marias en sus novelas sean su mayor atractivo, pero creo que sus reflexiones pierden fuerza cuando la historia que las sustenta no está bien justificada, no está bien cerrada, peca de inverosímil, y este creo que es el caso de esta novela, algo que también resalté en aquella otra malparada en la comparación, Los enamoramientos, y que, al igual que en ella, fuerza al autor a gastar una excesiva cantidad de páginas en reforzar, y no terminar por conseguir, el inestable andamiaje de la novela.
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