Tomás Nevinson

Para qué tanto afán, para qué tanto esquivamiento, para qué tanta huida y temor anticipado y tormento, si todo continúa su marcha ajena a nosotros y la marcha de un ejército inevitablemente nos acaba arrollando. Incluso la de un único jinete, o dos, o tres.

... Es fácil ocultar casi todo. La gente cree que no, pero en realidad carece de mérito, por naturaleza somos impenetrables y opacos y la mentira es invisible.

El tiempo suprime el tiempo, o el que viene borra al que le deja el sitio y se fue; el hoy no se suma al ayer, sino que lo suplanta y lo ahuyenta, y en esa esfera sin apenas memoria la continuidad difumina qué fue antes y qué después, todo se convierte en un magma indistinguible y uno ya no concibe la existencia que fue posible pero no aconteció, la que se descartó y se dejó de lado, la que nadie atendió, o es que se intentó y fracasó. Lo que no ocurre carece de brío y hasta de distinción, se pierde en la extensa bruma de lo que no es ni será, y a nadie le interesa nada de lo que no sucedió, ni siquiera a nosotros mismos lo que no nos sucedió.

-Los escrúpulos van y vienen, son contradictorios a menudo, se tiene consideración con unas cosas y con otras no; hasta fluctúa la compasión-...

... Y ese concepto moderno de "crímenes de guerra" es ridículo, es estúpido, porque la guerra se compone sobre todo de crímenes, en todos los frentes y del primer al último día.

... Pero eso es lo habitual en la mayoría de los seres humanos, el pasado por definición no es nítido, ni siquiera para los que lo recordamos.

Mejor ser quien no existe, durante temporadas, y así reservarse un poco, repartiendo las culpas y cargas con el inexistente...

... También yo me dedico al engaño, pero no siempre fue así....

... Nunca se sabe cuándo alguien deja de ser alguien, cuándo alguien extermina al que fue. Ni siquiera se sabe si eso es factible, tendría que perder la memoria, perderla absolutamente.

... Sí, la gente habla de más y sin querer, incluso cuando ha resuelto no hablar.