Teodora : emperatriz de Bizancio

3,25 sobre 5 estrellas. Esta lectura me ha producido sentimientos muy encontrados.

Empece a leerla por dos motivos: en primer lugar, porque no era la primera vez que cogía algo de Gillian Bradshaw. Hace diez años o así leí “El Faro de Alejandría”, una lectura que a día de hoy sigo recordando con mucho cariño y que tiene un puesto muy alto en mi lista de libros favoritos dentro del género histórico.Y en segundo lugar, porque pensé que iba a ser una lectura fácil, agradable y rápida. Lo de que haya sido los dos primeras adjetivos no se lo voy a negar, aunque sea con algún matiz. Pero, entre que estado liada esta semana, y que ha sido una lectura con la que no he terminado de conectar y que no ha logrado engancharme del todo, he tardado mucho más de lo esperado en acabarlo y ha habido momentos en los que me ha costado seguir con ella.

Creo que lo más destacado de la obra es la capacidad de Gillian Bradshaw para recrear la Constantinopla del siglo VI.D.C. y como era el Imperio Bizantino de la época, con todas sus disputas territoriales, problemas bélicos internos, fronterizos y dinásticos; y su administración cuidada y jerarquizada hasta el más mínimo resquicio. La autora logra transportar al lector a esa época y s ese entorno de una forma increíblemente nítida. Otro aspecto que también he valorado muy positivamente de su obra es la capacidad de Bradshaw de poner al lector en un contexto histórico y dar todo tipo de datos sin que este se agobie o se pierda, haciendo que todo resulte muy fácil de entender a la vez que entretenido y enriquecedor. Se detiene a dar explicaciones cuando es necesario, y lo hace de forma eficaz. Pero también es capaz de permitirle sacar sus propias conclusiones y atar cabos por su propia cuenta, guiándole para que todo sea lo más simple posible. Eso es algo que hace muy disfrutable esta lectura.

De todas formas, lo histórico, aunque importante, no es lo que más peso tiene en está historia. No os dejéis engañar por el titulo. Es cierto que Teodora, emperatriz de Bizancio y esposa del emperador Justiniano, una de las mujeres más importantes, poderosas e interesantes que nos ha legado la antigüedad, es una pieza central en todo el entramado que Bradshaw nos presenta, y el motor de la trama. Se nos dan muchos detalles sobre su biografía y se incide mucho en presentarla como un ser humano con el que es fácil empatizar; llena de talentos y habilidades, sentimientos positivos, un pasado doloroso y gran astucia e inteligencia políticas amen de preocupación por los más desfavorecidos del imperio, pero también llena de defectos como la ambición y el orgullo desmedidos. Pero no, pese a este interesante retrato que se despliega en la paginas de la novela, Teodora no es la protagonista, de hecho la historia solo abarca los últimos años de su vida, no la totalidad de su historia. La novela se centra en Juan, un hijo que aparentemente tuvo durante su juventud, y del que poco más se sabe. Bradshaw usa este hueco histórico para crear una biografía ficticia de este personaje, con el cual veremos los entresijos del gobierno bizantino y sus luchas bélicas y dinásticas, amen que como era la vida en él y su sociedad e historia.

Todo un coctel que prometía una trama llena de giros, conspiraciones y luchas por el poder. Y así ha sido… más o menos. Realmente giros narrativos no hay muchos. Y la autora no los necesita para crear una historia que fluye correctamente, llena de momentos muy interesantes y que hacen que el lector siga leyendo. al son de la historia bizantina va transcurriendo la de Juan, y nosotros le acompañamos en el camino desde su llegada a Constantinopla mientras va subiendo dentro del palacio y ganando más poder y responsabilidades.

Pero me han faltado varios elementos para que sea una lectura redonda. Para empezar, a parte de Teodora y Narses, ( otro personaje de la obra ha tener muy en cuenta y que regala los mejores diálogos; es el eunuco y gran Chambelán de Justiniano, y una de las figuras más relevantes de su reinado) no hay ningún personaje realmente destacable. A todos, incluido Juan, les he notado faltos de fuerza y de estabilidad, me han resultado muy indiferentes la mayoría, me ha faltado poder conectar con ellos totalmente. Y es una pena, porque Bradshaw presentaba personajes muy interesantes. Pero le ha faltado sacarles más jugo. de hecho, Juan me parece un personaje que ideológica y mentalmente puede que evolucione a lo largo del libro… pero luego en sus actos apenas lo he percibido. Para ser el protagonista es, sin duda alguna, el personaje que menos me ha llamado la atención de todo el libro.

Y por otro lado, me ha parecido que todo lo interesante estaba concentrado en las partes de inicio y del desenlace. La parte central, cuando Juan y Narses van a Tracia a buscar soldados y luchan contra los Eslovenos, no me ha parecido muy interesante y de hecho fue ahí donde se me atraganto totalmente la lectura. Solo sirve para ver como Juan va avanzando en su ascenso al poder y la nobleza y para que veamos lo competente que es y una parte de la historia bizantina que se da lejos de la gran capital. Pero argumentativa mente no le he visto ningún interés, no me ha aportado nada, y no me parece que para lo que es propiamente dicho la trama central de la obra sea realmente vital o aporte algo de Interés aparte de lo que he escrito más arriba . de todas formas, tengo que reconocer que quizás esta impresión se debe a que echo en falta que sea un demás en la figura de Teodora. Cuando cogí el libro pensé que iba a ser una biografía novelada al uso de ella, y luego me he encontrado, como he dicho antes, aunque no es así. Y como ese aspecto es lo que me hubiera gustado encontrar, creo que es lo que más me ha chirriado en toda la lectura. Todo muy subjetivo, no me escondo.

No sé si en otra época de mi vida hubiera disfrutado más este libro. Me da un poco de rabia, porque creo que tenía todos los elementos para hacer una lectura que me gustase mucho más. Y gustarme, lo que es gustarme, sí que lo ha hecho. Pero me ha facto faltado conectar totalmente con todo lo que he leído y con la mayoría de los personajes. No obstante, insisto: Si tengo que quedarme con algo es con la excelente ambientación histórica de y con la forma que tiene Bradshaw de crear una historia bien escrita y con un buen contexto histórico, de forma que resulte muy atractiva para el lector. Y todo de una forma muy sencillita. Ojalá algún que otro escritor del género histórico pudiera aprender de ella.

Aunque el título hace alusión a la emperatriz Teodora, la historia se centra en su hijo ilegítimo Juan que, aunque existió en la vida real, nada se sabe de él y su destino, por lo que la autora se sirve de ese vacío histórico para crear una novela en donde el propio Juan será los ojos con los que miraremos a la emperatriz y su mundo.

Un libro cuyas páginas fluyen rápidamente por acontecimientos históricos y personajes de la época que nos picarán la curiosidad para seguir indagando sobre sus vidas y obras. La figura de la emperatriz, vapuleada por algunos historiadores, nos llega aquí como un ser mucho más humano y se enfatizan muchos aspectos interesantes de su reinado, por ejemplo: la determinación para proteger a las mujeres de los continuos abusos a los que eran sometidas, su inteligencia y voz activa en la vida política del imperio. Dentro de esa humanidad con la que Bradshaw dota a Teodora, también destacan su implacable sed de poder y el rencor acumulado tras una vida muy dura.

‘Teodora, emperatriz de Bizancio' no es una novela con gran despliegue de datos o momentos históricos, de hecho, solo comprende los últimos años de vida de la emperatriz; pero si podemos ver algunos detalles de la vida cotidiana del funcionariado de Constantinopla, la relación del imperio con los pueblos hérulos y algunos enfrentamientos y revueltas. Nuestro personaje principal, Juan, sirve de ligadura entre lo real y la ficción, aportando momentos heroicos, amorosos, de intriga y redención que hacen que la historia funcione y enganche. Un buen libro para acercarnos a las puertas de Bizancio e interesarnos por lo que hay detrás.