No hablamos, solo me sostenía en brazos y enredaba su nariz entre mi pelo suelto, acercaba su cara a mi cuello y lo besaba suavemente. Fue el mejor momento de mi vida. Me sentí única, deseada, necesaria..., noté que yo era su aire. Cada vez que la miraba tenía que acallar los gritos que emanaban de su cerebro. Quería parar el tiempo, ir a por ella y no soltarla jamás. |