Muy lejos de aquí, contigo

Anteriormente solo había leído a Ana Draghia en otra ocasión y aunque recuerdo que me quedo una buena sensación y tomé nota de su estilo para futuras lecturas porque me convenció con su prosa, tampoco salí demasiado enamorada de la historia en sí misma, aunque también diría que se debió a que yo no me informé bien y comencé a leer a esta autora con un spin-off del que no había leído la novela principal, por lo que de niguna manera tuve en cuenta esa sensación de que me faltara algo para acordarme de volver a incluirla entre mis lecturas. Así que no tuve ninguna duda en volver a leerla sin saber siquiera de qué iba esta nueva historia: confiaba en su calidad a ciegas. Ni siquiera llevaba ninguna expectativa concreta con respecto a la trama y la verdad es que no era algo que me importara demasiado porque tenía la intuición de que me iba a encantar porque aparenta ser una novela muy intensa, emocionalmente hablando. Y así ha sido, sin todos los sentidos.

A primera vista, se podría asegurar que se trata de una novela de personajes pero la verdad es que en este libro también salen ganando la trama y la narración, así que el conjunto ha resultado tan completo y tan emocionante en cada tramo que la primera sorprendida soy yo, dado que las historias encuadradas en este género no suelen suponer casi nunca nada nuevo para mí. de hecho, lo que me proporciona esa novedad es que logren sumergirme en los sentimientos que se narran y esta novela cumple eso con creces, sin ninguna duda. La historia comienza con cuatro primeros capítulos introductorios correspondientes a los cuatro protagonistas, a los que conocemos en distintas fechas y a distintos ritmos, pero a los que poco a poco vamos situando junto a las relaciones y conexiones que los unen a todos. Así, la autora nos presenta a cuatro personajes súper completos, todos ellos muy carismáticos y con una historia personal emotiva y muy bien construida detrás apoyando cada una de sus personalidades y de sus reacciones.

Emma acaba de llegar a Londres desde su pueblito natal para una entrevista de trabajo y sin darse cuenta, los años pasan sin que haya avanzado ni un pasito en su relación con su novio de toda la vida, estancada en una insatisfactoria rutina emocional y centrada exclusivamente en su trabajo. Tom es un fotógrafo de guerra que un día decide vivir un poco más al límite lanzándose al Sena en uno de sus viajes a París sin que sepa que la vida le tiene reservada una sorpresa cuando una completa “desconocida” se lanza a rescatarlo. Por su parte, Sam es un rico heredero de una familia muy influyente cuya vida parece estar programada con cada paso que debe dar: ser responsable y serio, dirigir la empresa familiar sin que sus emociones le influyan, casarse con la prometida perfecta y aprobada por sus padres y tener hijos que algún día sigan con ese mismo guion. Por último, Juliette es una periodista que intenta llegar a las metas establecidas que le marca su propia profesión como presentadora de un informativo de gran audiencia, aunque lo que en realidad quiere es estar en la calle realizando reportajes que importen a la gente más que su bonita cara en pantalla.

Cada uno de los arcos argumentales es una pequeña joyita en sí misma pero el verdadero punto fuerte de la novela es la forma de entrelazar todas sus tramas, descubrir qué los une y que los separa. Las decisiones que toma cada uno, su forma de ver la vida y de relativizar todo lo que les va ocurriendo resulta completamente coherente y es muy fácil empatizar con las situaciones que atraviesan todos. En realidad, no hay ni uno solo de los protagonistas que me haya flaqueado ni un poquito, aunque me parece que en estos casos es completamente inevitable encariñarse con alguno en concreto como me ha pasado a mí. Por mi parte, Emma tiene toda mi comprensión, su trama me ha conmovido muchísimo porque me resulta muy verosímil y me parece un personaje maravilloso en todas sus facetas, seguida muy de cerca por Tom, que tiene un humor sarcástico y a ratos huraño que me ha encantado, porque deja ver su personalidad de doble filo como chico apasionado y de carácter fuerte y a la vez con un alma blandita y divertida. Sin embargo, pienso que lo mejor de todos lo spersonajes es que cada uno es único.

De verdad creo que lo más potente de esta novela es lo que nos hacen sentir cada uno de los protagonistas. Por otra parte y para ser justa, los personajes y su magnífica construcción tienen otros dos grandes pilares sobre los que asentarse: la calidad narrativa y los giros argumentales. Respecto al estilo narrativo de Ana Draghia, y pese a que ya me hacía una idea al haberla leído con anterioridad, tengo que reconocer que me ha sorprendido lo mucho que he conectado con su prosa, con su forma de expresarse y de transmitir las emociones que se van plasmando de forma muy sutil, aunque creo que lo que más me ha calado es su habilidad para unir las cuatro historias de un modo tan minimalista, teniendo en cuenta cada detalle para que la historia quede coherente con los giros de argumento, entendidos como pequeñas revelaciones de los nexos y algunas subtramas que también sirven como motor de la novela, y no parezcan simples bombas de humo para causar un mayor golpe de efecto en el lector, sino que verdaderamente se perciben como una trama fluida y lógica que nos lleva a un final súper emotivo, con todos los hilos bien atados para que el tapiz se nos quede durante mucho tiempo impregnado en la retina.

En la novela se tratan muchísimos temas con los que sentirse identificado, o al menos se reflejan situaciones muy comprensibles, como la insatisfacción de Emma con respecto a su novio y o su aspecto, la presión que acumula Juliette por no cumplir con las expectativas de su familia o su trabajo, el cargo de conciencia que oprime a Sam porque siente que está traicionando a su prometida o la trágica historia que hay detrás de Tom, quien se ha tenido que criar con su abuelo. Además, todas las tramas principales cuentan con unos secundarios de lujo que completan cada conflicto personal que se les plantea a Juliette, Emma, Sam y Tom. Por ejemplo, son dignos de mención el abuelo de Tom (que merecería un spin-off porque el señor es más majo que las pesetas), la familia de Juliette o las compañeras de trabajo de Emma. Como regalo inesperado, la autora también nos concede una subtrama preciosa que mezcla el presente con el pasado y le da un significado especial a todo lo que les ocurre a los protagonistas, influyéndoles de manera decisiva hacia el final de la novela que, por otra parte, no podía haber sido más perfecto, más emotivo y tan bien cerrado, hasta el punto de que, por muchas ganas que tuviera de haber seguido leyendo una segunda parte con más sobre estos personajes, sería imposible pedirla sin desmerecer esa conclusión tan estupendamente premeditada.

Resumiendo un poco lo que ya he dicho, esta novela provoca todo tipo de sentimientos, hay personajes de sobra y con la suficiente construcción como para que nos resulten inolvidables y sus tramas personales tratan tantos temas con los que poder establecer empatía que me parece muy difícil no encariñarse con ellos. La narración tan cuidada de Ana Draghia logra que el entramado de historias que aparece en la novela sea, si cabe, más bonito aún. Transmite con una destreza admirable los complicados sentimientos que se encienden por todas partes, con tramas muy humanas y muy sencillas pero con una carga emocional que es de agradecer en medio de un mar de historias románticas demasiado típicas, a mi parecer, por lo que cualquier pizca de singularidad supone un punto a su favor. En este caso, la autora ha sabido arriesgar con este complejo puzzle de piezas que encajan y se separan a lo largo de varias etapas. Aunque solo fuera por eso, considero que Lejos de aquí, contigo es una buenísima recomendación para los habituales del género pero también para quienes siempre buscan esa misma originalidad que yo en la romántica adulta.
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