La culpa fue de Saramago

Comienza hablándonos de Elder y un extraño suceso que acontece en un piso en el cual parecen celebrarse rituales de lo más macabros. También nos habla de Julie, una mujer aventurera que decide tomarse un año sabático estableciéndose en lo que fue la residencia de su abuela cuando esta era joven. Un cruce de caminos y el relato de la historia personal de cada uno y en común, tras un encuentro fortuito. A partir de aquí, se suceden diversidad de situaciones intrigantes en las que el protagonista se ve inmerso, mientras que lucha por salir de ahí gracias a los sentimientos que afloran en su corazón. Casi hasta la mitad se describen la infancia e historia familiar de Elder, el protagonista. Y en esta línea, cabe destacar que toda la novela tiene un toque místico, onírico, casi religioso, con la intención, intuyo, de introducirnos en lo que será el meollo de la cuestión. Diría que es algo así como un thriller psicológico.

Utiliza un vocabulario ya madurado, diría que es una novela para adultos, pues hay que comprenderla. Además, me gustaría destacar una escena en la que se habla de la educación del alumnado, esa que los padres no les dan pretendiendo que lo haga el profesorado. Maravillosa reflexión.

La historia se sucede de fin a principio. Es decir, hay una separación temporal muy concreta e intuyo que necesaria, pero que a mí, más que gustarme, casi que me ha aborrecido, pues me perdía con facilidad. Primero el presente, luego el pasado, presente otra vez. A mí al principio me costó engancharme, al igual que la primera vez que la leí. Quizás no sea una novela para mí. Es muy intensa, eso sí, aunque me da la sensación de que nunca pasa nada, más allá de unos cuantos hechos destacables, aunque todo el rato he estado en tensión, hasta el final, donde se descubre todo. Y para mí, es la mejor parte de la novela. Ahí sí me he enganchado y me he quedado con ganas de más.