-¿He llorado, Sergio? -Sí. -No quería llorar. Me miró un instante a los ojos con inconmensurable cariño y me dijo: -Para volver a sonreír, primero hay que llorar todas las lágrimas que llevamos dentro. |
-¿He llorado, Sergio? -Sí. -No quería llorar. Me miró un instante a los ojos con inconmensurable cariño y me dijo: -Para volver a sonreír, primero hay que llorar todas las lágrimas que llevamos dentro. |
-¿Atento? - inquirió elevando la voz. -Completamente - afirmó Sergio con seriedad. -Ámala fuerte. -¿Ámala fuerte? -Sí, ámala tan fuerte que no quede ningún resquicio o grieta por el que pueda escaparse ese amor. Ámala cuando no te mire, porque ansiará que tú sí la mires. Ámala cuando se enfade, cuando grite, porque significará que no querrá que veas sus lágrimas. Ámala cuando se esconda del mundo, porque sólo te tendrá a ti para defenderse. Ámala siempre, sin fisuras, sin pausas y sin descansos para tomar aliento. Ámala cuando no espere nada, porque siempre estará esperándolo todo. Ámala fuerte, ¿lo entiendes ahora? -Lo entiendo a la perfección - contestó Sergio con voz enronquecida. -Tengo una pregunta. -Lánzala. -Y si ella no me ama fuerte, ¿qué hago? -¿Es que todavía no te has dado cuenta de que todos los hombres que han pasado por su vida lamentan haberla perdido? Hazte una idea de cómo ama ella y no seas tan tonto como para perderla también. |
Con el paso de los años aprendí que podíamos separarlo recuerdos en grados, guardarlos en la mente y elegir el momento en el que queríamos que salieron a la luz. Yo había elegido mantener tres compartimentos cerrados en mi interior: mi propio corazón, para protegerlo; mi infancia, por el dolor que rememorarla producía, y el surf, porque, como bien dijo Harold Shelby en una entrevista: .
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-¿Qué canción crees que le corresponde al libro que te presté? -soltó de pronto. -No lo sé -respondí meditándolo, y mi vista se quedó sobre el libro que él había escrito años atrás: El debate de dos almas-. ¿Cuál es la de tu libro? -Piano Man, de Billy Joel. -No tiene que ver con la filosofía. -Te equivocas: en un bar, a medianoche, hay más filosofía que borrachos -afirmó sonriendo -. Encuéntrale una canción, todos los libros tienen una, todos los momentos de la vida también, porque ya todo está contado, solo tenemos que atrapar las palabras y ordenarlas para que conformen nuestra propia historia. |
La edad de la inocencia