Los años rotos

Esta segunda lectura de #daciamaraini me ha dejado inmersa en un estado de pesadez, desazón y asfixia… el mismo que destila la historia que se narra y los ambientes en que ésta se desarrolla. Con profunda sobriedad la escritora denuncia las escasas oportunidades de construir un futuro si no feliz, al menos digno para algunas personas. La tristeza deviene estado: es inherente y constitutiva de los seres que pueblan esta historia.
Enrica, la protagonista, es una joven que ha crecido y vive en un entorno sórdido, mísero, violento y opresivo que deja el espacio justo para preocuparse por sobrevivir al presente. En este contexto, ni siquiera las relaciones personales ofrecen un refugio sereno y acogedor. Los personajes que pivotan alrededor de esta joven acaban transluciendo, en sus relaciones con ella, la idea de que resulta imposible lograr la plenitud personal. Así, la resignación y la pasividad acaban constituyendo las principales estrategias de afrontamiento de una realidad que es, en el fondo, una verdadera jaula.
La representación que los hombres se hacen de las mujeres, como seres pasivos cuya existencia se justifica por la satisfacción de sus necesidades, constituye un eje vertebrador de toda la novela. En todo momento se hace patente el hecho de que las mujeres cuentan con menos oportunidades y libertades, así como que su sexualidad representa una herramienta de explotación al tiempo que un recurso para la búsqueda de un futuro seguro. Las reacciones de Enrica frente a este descubrimiento resultan descorazonadoras. En conjunto, una lectura desoladora acerca de la búsqueda de la dignidad como mujer.

“Años rotos”.
Rotos por el dolor de una pérdida que marcará un antes y un después. Rotos por la pérdida de la inocencia. Rotos por ese primer desamor que piensas que nunca vas a superar. Rotos por la pérdida de una amistad que creías verdadera. Rotos por las desilusiones que te topas a lo largo de la vida. Rotos por temas que con los años te darás cuenta que no eran realmente tan importantes. ¿Quién no ha pasado por alguna de estas situaciones? ¿Quién no ha vivido algunos “años rotos”?
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Dacia Maraini representa esos “años rotos” en una vida muy normal. A través de su narración llena de detalles, descripciones, sentimientos y emociones, nos presenta a Enrica y nos muestra cómo es su día a día. Enrica pronto dejará de ser una protagonista para convertirse en una amiga. Una amiga a la que desearemos abrazar. Una amiga que nos enfadará por sus actitudes pero al momento nos vendrá una tierna sonrisa a la boca y se nos pasará. También hemos pasado por esa situación. También hemos cometido errores propios de la edad. ¡Qué complicado es crecer! ¡Qué complicado es madurar!
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La autora nos transporta a una Roma diferente. Una Roma más desconocida y menos habitual. La Roma obrera y marginal es el escenario de la vida de Enrica. Una vida llena de soledad, tristeza, falta de cariño y egoísmo. Egoísmo por parte de todas las figuras masculinas que la rodean. Maraini les quita la máscara a todos los hombres de la historia. Un padre que solamente da importancia a un proyecto nada fructífero. Unos chicos jóvenes que todo lo que hacen es porque quieren conseguir lo mismo. Unos de forma mas directa y otros haciendo creer que son unos corderillos. Entre todos esos egoístas tenemos a una niña, ya no tan niña, llena de ausencias y de “años rotos”. Ausencias que busca cubrir de alguna forma.
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Ha sido mi primera toma de contacto con la obra de Maraini y me ha dejado muy buen sabor de boca. Esto es solamente el principio, o eso espero.
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Esta es una historia aparentemente simple, la narración de la pasividad con la que Enrica vive su vida, esperando un trabajo que no le haga feliz o un matrimonio sin amor. Y digo “aparentemente” porque contiene múltiples recovecos que esconden la tristeza y el desamparo de un alma joven y confundida que se ve empujada hacia un futuro opresor e incierto, con pocas alternativas para salir de él.
La autora utiliza las jaulas que construye el padre de Enrica como potente símbolo para describir el escenario en el que se desenvuelve su vida; ilusiones atrapadas entre barrotes y amores más o menos correspondidos que no pueden volar en libertad.
Con una prosa directa, opresiva e incómoda en ocasiones, la autora refleja a la perfección la situación de muchas mujeres de la Italia de los años sesenta. En este ambiente Enrica, pasiva, obsesionada con un chico y quizá también algo autodestructiva, irá descubriendo todo lo que no quiere para ella y a lo que parece irremediablemente encaminada, se dará cuenta de que no quiere vivir en una jaula, de que no quiere cadenas que la aten a nadie.
Desde el primer momento se hace palpable en la historia el compromiso de la autora con el feminismo, contra la opresión de las mujeres, dejando plasmada en estas páginas la frustración permanente que las mujeres de esta época sentían al ver las pocas posibilidades que el futuro les ofrecía, marginadas, apartadas de los grandes escenarios y privadas de interpretar grandes roles en la sociedad. Sentimientos descritos a la perfección en esta obra que debería ser conocida por las mujeres de todas las generaciones, pues aún nos vemos sumidas, muchas veces, en las vacilaciones y ansiedades que comportan el haber nacido mujer.
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Los años rotos es a grandes rasgos una novela de iniciación con protagonista femenina, muy en la línea por ejemplo de Nada de Carmen Laforet. de hecho, hay muchos elementos que entroncan esta novela de tradición italiana con la con este clásico de la postguerra española, aunque sin duda el más importante es el trato y la forma con la que ambas autoras se aproximan a los problemas y dilemas de su protagonista. Si en Nada es Andrea, en Los años rotos es Enrica y su mirada, y sus decisiones, y su visión del entorno que le ha tocado vivir. El lector se encuentra en un barrio obrero de la periferia de la Roma de los años 60 en donde Enrica, de origen humilde, se mueve entre sus clases de mecanografía - un oficio al que sí puede aspirar debido a su baja extracción social - la realidad de un entorno familiar desalentador y el descubrimiento de su propia identidad a través de experiencias sexuales no del todo satisfactorias y el contexto que acompaña a esta historia.
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