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Hoy reseña sobre quien cantó “Y sin embargo te quiero”, “Tatuaje”, “En tierra extraña”, “Ojos verdes”, “A la lima y al limón” “Penas y alegrías de amor”,… solo por nombrar algunas de las muchas canciones que se hacían sonar insistentemente en las radios de los años 40, 50 y 60 fundamentalmente. Hoy, una reseña sobre Concha Piquer escrita por Manuel Vicent y con un titulo sugerente.”Retrato de una mujer moderna” un libro recién salido del horno editorial. Concha Piquer desde niña, afirma y se reafirma en una determinación fuerte y constante, y siempre en línea ascendente, a más experiencia, más iniciativa, más audacia, más osadía, más arrojo, a la manera de un cowboy que señalara en la culata de su revolver las muescas de su valor. Concha Piquer desde los 14 años es Nueva York, canciones, teatros y Valencia, contactos con la mafia, Broadway, glamour, canciones, teatros y Valencia. Homicidio, hijo secreto, dinero, canciones teatros y Valencia. Blasco Ibáñez, Mexico, Cuba, canciones teatros y Valencia. Guerra, postguerra , franquismo, canciones, teatros y finalmente Valencia. Estos y muchos más serán los mimbres que darán pie a la trama en la que habrán de desenvolverse las páginas de este libro. Manuel Vicent pone voces y escenario para recrear una libre interpretación, una ficción literaria y , por otro lado, revisa, estudia y escuadriña la realidad biográfica de Concha Piquer, invitándonos así a conocer el periplo de la realidad Concha Piquer. Un libro que entretiene, ameno, y que señala con autoridad y solvencia lo que fue presente y devenir de aquellos convulsos años. Así pues, repaso acertado y suficiente para comprender e interpretar aspectos concretos de lo que fue el mundo de ayer, su transcurrir y sus consecuencias. Parando de vez en cuando para dar toques concretos y ponerse al día en aquella España y su Valencia con su contacto ancestral y primigenio con la huerta y el Mediterráneo. Este tipo de biografías libres y noveladas si están bien estructuradas, escritas, pensadas y soñadas te recuperan en el recuerdo, te arropan, te envuelven, te dejan en manos de la nostalgia y la melancolía. Te ciñen para acercarte a ellas. Pasan los años, los días, la vida y a nosotros , los que fuimos nuevos, los que fuimos descaradamente e indecentemente jóvenes, lo de la Piquer y sus canciones, nos quedaba en lo ajeno, lo distante, lo que no se comprendía. Para nosotros, los recién llegados al mundo moderno, a lo joven, a lo nuevo, a lo pop, a los Beatles, a los Rolling , a Warhol, A Marilyn Monroe, a Elvis… Concha Piquer y sus contemporáneos eran como pétalos sueltos que no podían crear la exuberante flor que empezaba a adornar la nueva tierra hippie. Pasan los años, los días , la vida. Y un día, tienes la inesperada fortuna de encontrar que un escritor ha tenido a bien escribir un libro sobre una mujer magnífica, rebelde, luchadora, comprometida con la libertad personal y general. Una mujer valiente, cautivadora, soporte de una existencia increíble, tanto para la época y el tiempo que le tocó vivir, como por su condición de mujer. Sinceramente, una persona, una mujer moviéndose en un tablero cuyo juego y reglas no la incluían, no estaban de ningún modo, pensadas para ella. Concha Piquer, no sólo supo atender al juego sino que además lo ganó. No lo sabíamos entonces, lo conocemos ahora leyendo a Manuel Vicent. Y es que esta mujer venía a simbolizar el ideario de libertad y de independencia del movimiento hippie y la modernidad. Baudelaire sabía que los desbordamientos más violentos precisan de diques para activarse. En efecto, se cumple en este caso en Concha Piquer la premisa de Baudelaire, cada muro , cada handicap solo servirá para multiplicar la fuerza, determinación y vigor de esta mujer. Una obra , y esto es fundamental, que es mucho más que el relato de una vida, porque también es un gran retrato de aquellos tiempos donde la copla se vivía y además en sus letras se encontraba verdad y realidad. También nos presenta una España en la que era difícil la vida , sus costumbres, sus avances y sus retrocesos, la república y el franquismo. El libro se inicia con una Concha Piquer durante unas navidades, cuando regía la Ley Seca, aunque también existían los lugares donde se servía el alcohol y una mujer decidida y muy joven que llegó a abrirse camino en Nueva York, también conocía los lugares prohibidos para encontrar lo que necesitaba para la fiesta de Nochebuena, que celebraría en su apartamento de Nueva York y rodeada de españoles. Cocha Piquer, vivió, cantó, triunfó, viajó con sus famosos baules por un mundo que quería escucharla y verla, hasta que ella misma decidió dejar de cantar, y aunque siguió viajando por el mundo, lo hacía ya simplemente para disfrutar de los placeres que suelen aguardar a los viajeros. Cabe resaltar que llegó a conocer a personajes significados y significativos como a García Lorca, Cantinflas, Eva Perón, con la que llegó a forjar una gran amistad y otros muchos personajes conocidos y notables de aquellos años. Concha Piquer se casó, tuvo una hija y consiguió de alguna manera estabilizar una vida, que a todas luces, había sido muy intensa. El libro ha conseguido de mí que escuche con atención y gusto parte del cancionero de la Piquer y ha conseguido que vea en sus canciones historias completas que se inician, tienen un nudo, un desarrollo y que terminan. Sus canciones, sus letras, podríamos decir que son pequeños relatos que lograron en su tiempo, armonizar la vida de la gente que vivió en aquellos años. Y en mí, comprender el sistema de vida y el molde de aquellos días. La gran señora de la copla no queda constreñida en la figura de Concha Piquer, se eleva por encima de ella misma, para ser mucho más, infinitamente más, que la sola Concha Piquer. De este mismo modo, el libro no se ve reducido a la vida, a las canciones, al sensacional éxito de la cantante sino que abarca y explica lo que acontecía fundamentalmente en la España republicana y posteriormente franquista. Este libro consigue que nuestros ojos borren del relato la foto fija en color sepia haciéndola mutar a los colores intensos que nos llevan a garitos, a la ley seca, al contrabando, a la mafia en Estados Unidos y también a la guerra civil española, al exilio, a la dictadura y desde aquí a la apertura, a la modernidad y al auge de la clase media y de un mundo nuevo exterior por el que nos dejábamos contagiar. Retrato de una mujer moderna, una propuesta interesante. + Leer más |
Gustavo Rodríguez gana el XXVI Premio Alfaguara con la novela CIEN CUYES.
El jurado ha destacado que «CIEN CUYES es una novela tragicómica, situada en la Lima de hoy, que refleja uno de los grandes conflictos de nuestro tiempo: somos sociedades cada vez más longevas y cada vez más hostiles con la gente mayor. Paradoja que Gustavo Rodríguez aborda con destreza y humor. Un libro conmovedor cuyos protagonistas cuidan, son cuidados y defienden la dignidad hasta sus últimas consecuencias».
El premio está dotado con 175.000 dólares, una escultura de Martín Chirino y la publicación simultánea en todo el territorio de habla hispana. En esta convocatoria se han recibido 706 manuscritos de España y Latinoamérica.
La novela ganadora llegará a las librerías el próximo 23 de marzo.
Más información en: http://premioalfaguara.com/
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SOBRE EL PREMIO ALFAGUARA DE NOVELA
Alfaguara, sello fundado en 1964 y que desde 2014 forma parte de Penguin Random House Grupo Editorial, ha contribuido desde su fundación a la difusión de la literatura en español escrita a ambos lados del Atlántico. El Premio Alfaguara, cuya primera edición se celebró un año más tarde, responde a este objetivo editorial y cultural. Más de tres décadas después, en 1998, fue relanzado por el periodista y escritor Juan Cruz, director literario de Alfaguara entre 1992 y 1998. En esta última etapa, el Premio Alfaguara ha desempeñado, a través de sus veinticuatro ediciones, un papel determinante en la difusión por todo el mundo de la literatura en lengua española: más de 2.700.000 de lectores han podido disfrutar de las obras ganadoras, que han sido siempre valoradas por su alta calidad literaria. Su edición simultánea en España, Latinoamérica y Estados Unidos sirve de homenaje a una lengua común a más de quinientos cincuenta millones de lectores.
Desde su fundación en 1998, el jurado del Premio Alfaguara de novela ha estado presidido por Carlos Fuentes, Eduardo Mendoza, Alfredo Bryce Echenique, Antonio Muñoz Molina, Jorge Semprún, Luis Mateo Díez, José Saramago, José Manuel Caballero Bonald, Ángeles Mastretta, Mario Vargas Llosa, Sergio Ramírez, Luis Goytisolo, Manuel Vicent, Bernardo Atxaga, Rosa Montero, Manuel Rivas, Laura Restrepo, Javier Cercas, Carme Riera, Elena Poniatowska, Fernando Savater, Juan José Millás, Juan Villoro, Héctor Abad Faciolince y, en esta edición, Fernando Aramburu.
En 1998 un jurado presidido por el escritor mexicano Carlos Fuentes concedía el premio ex aequo a dos escritores latinoamericanos: el cubano Eliseo Alberto, por Caracol Beach, y el nicaragüense Sergio Ramírez, por Margarita, está linda la mar. Desde esta primera edición quedó vinculada al premio la concepción panhispánica de la literatura que defendía Fuentes como ámbito de acción para los escritores en español: un vasto «territorio de la Mancha» que se extiende a lo largo y ancho del orbe y en el que nunca se pone el sol.
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