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Manuel López Gallego nos trae una novela juvenil llena de misterio, intriga y secretos que el lector irá descubriendo a lo largo de sus páginas. Escrito en primera persona, el texto tiene un estilo desenfadado, ágil, de frases cortas, un vocabulario sencillo y enriquecedor y una letra grande y redondeada que facilita su lectura y le da claridad a la edición. La narración es sublime, Manuel consigue que cada momento y cada escenario se representen con claridad en la mente del lector durante la lectura. La trama, que juega con dos tiempos; pasado y presente, atrapa desde el primer capítulo el cual conforma el inicio de una aventura que se va desarrollando en los siguientes de forma continua pero al mismo tiempo aislada. Esto quiere decir que cada capítulo entrama una aventura diferente dentro del recorrido hasta el final de la novela. A través de la vida de Elena, el autor, intenta transmitir numerosos mensajes y valores como la igualdad entre las personas, la importancia de la familia, la ausencia de apego hacia los bienes materiales, el respeto hacia las tradiciones y culturas ajenas y lo enriquecedor de la multiculturalidad, entre otros. La novela invita al joven lector a reflexionar sobre el camino correcto a seguir en la vida, aporta lecciones de esfuerzo y superación para alcanzar los objetivos propuestos y facilita el ser conscientes de que existen otros tipos de vida diferentes sin materialismos, o diversidad de elección en objetos cotidianos como, por ejemplo, el vestido. Personalmente me ha gustado que los personajes sean siempre ejemplo de actitud positiva, a pesar de las adversidades. Como también, la mención de las ciudades de Europa que recorren los personajes en su aventura, así como elementos significativos de cada una de ellas. “El final del camino” es una novela de amor paterno filial muy recomendable no solo para los más jóvenes si no también para los adultos. |
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