Todo lo demás era silencio

Me gustan mucho las novelas que, siendo sencillas en construcción y en contenido, están llenas de sentimientos, no tanto por grandes y complejas construcciones narrativas sino por la verdad y realidad que engloba todo lo que cuentan y porque me hablan de personas, algo que me encanta. Todo lo demás era silencio ha sido lo que su título prometía: sencilla, muy real, llena de amor y soledad, y con la carga emotiva suficiente para que en la parte final de la historia mis sentimientos aflorasen, llegando a aceptar ese final, igual que ella, igual que ellos, a pesar de todo.

La novela nos cuenta, en pasado y a modo de recuerdo o reflexión, cómo un accidente inesperado pone a Lucía y a Julián ante una situación complicada. A través de sus pensamientos vamos a conocer parte de su pasado, de sus sentimientos, de sus miedos y de sus decisiones; solo es una parte, pero es suficiente para saber quiénes son y, lo que para mí ha sido más importante, para llegar a comprenderles.

Puede que os parezca extraña esta reflexión, pero el texto me ha parecido una bonita manera de economizar en palabras para transmitir sentimientos; así de simple; sin más.

Estás leyendo (escuchando tu voz interna) al narrador hablar de una historia y tienes la sensación de que es una historia pasada y terminada, por los recuerdos de ellos y de cómo estos se transmiten; esos recuerdos que son íntimos y sinceros; pero sabes que la novela empieza en un hospital y comprendes hacia donde te lleva. Vas recorriendo el camino a través de momentos aparentemente comunes y que dicen mucho de ellos y de cómo son, y, aunque tratas de no juzgar, creo que es parte del proceso que lo hagas.

Es curioso porque frente a una situación normal, que ocurre todos los días, y con ese tono a recuerdo y a nostalgia, y casi a veces a conformismo, del que ya os he hablado, los personajes hacen un pequeño viaje al pasado, un viaje real e íntimo; él con mucho miedo y sin saber cómo afrontar todo, y ella con la necesidad casi física de encontrar la pertenencia a algo que perdió hace tiempo y que puede que ni siquiera supiera que había perdido.

No sé si a otros lectores les ha ocurrido igual pero, a medida que iba avanzando en mi lectura, me iba involucrando más en el texto, incluso hacía mías algunas de sus reflexiones, para darme cuenta, más o menos cuando llevaba un 75% del libro, que afloraba en mí un sentimiento guardado sobre lo que estaba leyendo que hasta ese momento no era consciente de que estuviera ahí. He tenido la sensación final de que el camino recorrido me estaba preparando como a ellos, dejando que saliesen mis propios sentimientos respecto a la lectura.

Qué fuerza pueden tener los recuerdos vividos; esos momentos que, sin saberlo nosotros, fueron especiales y marcaron quizá algo dentro de nosotros. Qué fuerte es la necesidad que siente ella de cerrar el círculo, su círculo, un círculo que aparentemente no tiene importancia pero para ella es un viaje a su origen, al lugar donde pertenece, o cree pertenecer; al lugar donde fue feliz.

¿A quién recomendaría esta lectura? A quien disfrute de una historia personal, íntima, dramáticamente bien acabada, bien escrita, poco descriptiva y con dos personajes llenos de la fuerza que te da la propia vida. Puede que haya novelas con tramas más complicadas, de esas que se alargan y suben y bajan, jugando con la intensidad del lector, pero Todo lo demás era silencio es bonita dentro de su simpleza y es complicada precisamente porque habla de personas, de sus sentimientos, de sus anhelos y de elegir.

Me cuesta despedirme de los personajes en un libro. Me cuesta decirles adiós. Me cuesta leer una mirada de amor y de agradecimiento pero también de dolor y de despedida. Me duele sentir lo mismo que sienten ellos o lo que yo sentiría si estuviera en su lugar. Todo esto soy yo cuando leo; pero no me pasa siempre, así que cuando una lectura acaba sacando eso de mí será que era un libro escrito para mí. Gracias.
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Me gustó mucho la sinopsis de este libro porque no cuenta demasiado y uno no tiene muy claro por donde irán los tiros con eso de que "su realidad da un vuelco", pero en cuanto empiezas a leer te vas imaginando más o menos qué te va a deparar la historia y te ves sumergida en la vida de Lucía y Julián una pareja enamorada, con una vida absolutamente normal, una pareja que disfruta de los pequeños placeres de la vida, sin sobresaltos ni especiales sorpresas hasta que Lucía sufre un atropello. Gracias a que su amigo y vecino Fernando es testigo de lo ocurrido, rápidamente la llevan al hospital para una revisión a fondo.

Cualquiera que haya estado más de un día en un hospital, bien como paciente o acompañante, sabe que las horas dan para mucho y es desde allí, donde poco a poco tanto Lucía como Julián nos llevarán de viaje a su pasado, aunque también los acabaremos acompañando a otro viaje, uno físico que nos llevará a un lugar del que Lucía guarda muy buenos recuerdos.

Aparentemente puede que no parecer una historia espectacular, y en el fondo quizás no lo sea, pero a veces detrás de una historia cotidiana, una historia sencilla en la que cualquiera se puede ver reconocido o ver reconocido en ella a otras personas, pueden encontrarse momentos brillantes de realidad y emoción y a mí eso me ha pasado con este libro. Me ha emocionado y lo digo sin pudor, por varios motivos. Los recuerdos de Lucía y su viaje a Galicia acompañando a su abuela, se parecen mucho a los míos cuando Galicia también era nuestro lugar de vacaciones y no nuestra residencia habitual. Me he visto de la mano de mi abuela entrando en esas "tiendas/tabernas" donde lo mismo te comprabas una barra de pan, que unas zapatillas de andar por casa, que te servían una copa. Me ha emocionado por los sentimientos que destilan ambos personajes, por los momentos que están pasando y que aunque yo no los he vivido en mi piel, sí los he visto en otras pieles.

Y me ha emocionado porque los dos personajes protagonistas de esta historia están muy bien construidos, siendo muy diferentes entre sí. Quizás es es lo que hace que sean el complemento perfecto el uno para el otro. Ella es positiva, optimisma, apasionada, una mujer que desprende alegría y seguridad en sí misma, mientras que él es todo dudas, inseguro, más cerrado que ella y algo arisco hasta que coge confianza con los demás. A veces no puede creer en la suerte de tener a Lucía a su lado. Mientras leía pensaba en lo negativo que parecía él si lo comparaba con ella, pero luego me he dado cuenta de que aunque me encantaría parecerme más Lucía, yo me reconocía (sólo por momentos ¡ojo!) más en Julián y que definitivamente cada uno es como es. Como dice mi madre, "siempre hay un roto para un descosido". Solamente hay que encontrarlo y ellos tuvieron la suerte de hacerlo.

Me ha gustado mucho esta historia de amor, llena de sentimientos, de situaciones que afrontar (miedo, dudas, incertidumbre...), una novela donde el azar golpea a sus protagonistas cuando menos se lo esperan y sobre todo me ha gustado cómo nos lo cuenta Manuel de Lorenzo, con un estilo elegante y con un toque de "morriña" como no podía ser de otra manera.

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"Todo lo demás era silencio" es de esas lecturas ligeras, pero con poder y que dejan huella según vamos leyendo.

Desde que leí la sinopsis fue un libro que me llamó la atención, así que cuando tuve la oportunidad, no lo pensé: tenía que leerlo.

Los planteamientos que el autor, Manuel de Lorenzo, nos propone durante toda su lectura nos dan que pensar. Lo primero que la vida es demasiado corta como para no disfrutar y ser felices, no tenemos que renunciar a nuestros sueños y anhelos tan fácilmente.

Julián y Lucía nos demuestran cómo de golpe la vida les cambia y tenemos en ambos las dos caras de la misma moneda: la aceptación y la negación. Dos ideas que están muy unidas, pero a la vez son opuestas. Nos hace plantearnos, en su misma situación, cuál de los dos caminos sería el elegido por nosotros y es una decisión muy difícil, creo que nadie puede decir qué haría, ya que es algo que en parte escapa a nuestra razón y llegado el momento la mente y el corazón pueden tomar la decisión contraria.

Con un viaje a una pequeña aldea en Galicia, acompañamos a Lucía en el camino hacia el final de todo. Los recuerdos, los instantes de verdadera felicidad que Lucía tuvo en su infancia en dicha aldea provocan en ella un cambio y una pequeña obsesión de volver a revivirlo. Finalmente, Lucía nos demuestra que se puede dejar atrás el pasado, y conseguir ese mismo momento de felicidad en el presente, incluso en su situación. Aunque para ello tenga que volver a ese río de su infancia, donde nos plantea que el azar no existe, y que nuestra historia depende del azar y el azar depende de nuestra historia. El final habría sido el mismo, sólo que ella ha tenido la opción de decidir cómo y en qué lugar, ser feliz hasta el final. Julián a su vez nos enseña que, aunque una persona se marche, de una manera u otra siempre estará con nosotros.

Sentimientos, emociones, realidad, nostalgia, felicidad, tristeza y más es lo que nos encontramos desde el primer momento que abrimos "Todo lo demás era silencio", no se puede contar mucho más, lo que recomiendo es leerlo y disfrutar, ya que merece la pena todo lo que nos transmite.
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Ha sido fantástico leer esta novela, principalmente porque me ha hecho sentir muchas cosas: angustia, frustración, pena, alegría y siendo gallega y pese a vivir en Galicia, ese sentimiento tan característico, tan gallego, tan nuestro: la morriña.

Me ha resultado bonito y necesario leer palabras y expresiones en gallego entre sus páginas, gran parte de ellas me han transportado a personas y épocas que ya no volverán y que guardo en mi memoria con gran cariño. Por ello, gracias.

Centrándome por fin en la historia, lo que me llevo sin duda es la enseñanza, la moraleja que te hace pensar y darte cuenta de que lo que le acontece a Lucía y Julián es tan real y común que mañana nos puede pasar a nosotros mismos. También de lo importante que es valorar y atesorar momentos que nos hagan felices por corrientes y nimios que parezcan.

Por todo lo anterior, es una lectura que recomendaré, ya no solo por la historia en cuestión, sino por el orgullo de ver representada mi infancia en esta bonita novela.
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Hablar de este libro, el primero del autor, no será algo sencillo para mí por una simple razón, y es que no lo he leído en el momento adecuado, por lo que no he llegado a sentir nada con él y me ha acabado por resultar vacío, casi llegando a aburrirme.
¿Significa esto que sea un mal libro? Para nada. La pareja protagonista es muy dulce, y los personajes secundarios se hacen querer.
El autor sabe muy bien a dónde quiere llegar con esta historia, qué nos quiere transmitir y con qué enseñanzas quiere que nos quedemos. Que no sabemos cuándo la vida nos va a dar un vuelco total, así que tenemos que aprender a disfrutarla. Que nuestra memoria a veces se adueña de nosotros, y quizá sean momentos que creíamos insignificantes los que marquen nuestra vida, o el final de esta...
No lo recomiendo para todo el mundo ni para todos los momentos. de hecho pienso guardarlo para otro punto de mi vida y entonces releerlo, ya que tengo la seguridad de que puedo disfrutarlo mucho más de lo que lo he hecho.

Ópera prima del escritor gallego Manuel de Lorenzo. Historia sencilla, bonita, nostálgica y dura por momentos. Es un libro que se lee fácilmente. 100% recomendable.

A veces la vida nos da un envite sin esperarlo, y pasa de ser en color a ser gris. Cuando eso pasa, sensaciones comienzan a aflorar saliendo por cada poro de la piel, empapándolo todo sin remedio.

A Lucía y Julián, la pareja protagonista de esta novela, les ocurre eso. La vida (o el destino o el azar, lo que sea) les golpea, difuminando el naranja y el blanco de los geranios de su balcón, que para ellos son como el faro que les indica que llegan a su casa en común, a su hogar. Con ese golpe la nostalgia, el dolor y la tristeza se trenzan ocupando cada espacio de la casa, desplazando la alegría como un gas tóxico desplaza al oxígeno.

El libro se abre con una reflexión del autor (con la que no puedo estar más de acuerdo): hay que volver al lugar donde se ha sido feliz. Empieza entonces un viaje mental (hacia los recuerdos) y físico (desde el paisaje urbano de Madrid al rural de Galicia). 'Todo lo demás era silencio' habla de la incertidumbre, del azar (genial la explicación de Fernando sobre ese engranaje de piezas) y de la nostalgia, del amor sincero (qué relación tan bonita la de Lucía y Julián) y el dolor, de sentirse perdido sin saber a qué agarrarse, de la necesidad de volver a ser y sentir lo que una vez se fue y se sintió.

La lectura de este libro está ya entre las mejores de lo que va de año. Es la prueba de que no hacen falta muchos personajes para construir una buena historia. Me ha hecho reflexionar y me ha emocionado. No tiene artificios porque no los necesita. Una historia basada en los sentimientos, que remueve. Un libro en el que apetece quedarse mucho tiempo.

Es perfecto para leer abrigado con una manta, y con un café o un té que acompañe; para leer pausadamente y disfrutar, para dejar que te hable y que el ruido de alrededor se convierta en silencio. No me cansaré de recomendarlo.
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Es un libro corto pero intenso.

Nos cuenta una historia de amor donde el drama tiene bastante presencia.

Es un libro triste casi en su totalidad, pero que te invita a la reflexión, y que el final sí que nos puede parecer optimista.

Está muy bien escrito. El autor tiene una prosa poética y muy delicada, y sabe transmitirte los sentimientos en cada momento.

Además de hacer unas descripciones estupendas que te meten de lleno en la historia y en su ambientación. Aunque es verdad que a veces le falta un poco de ritmo, y hace que no consigas engancharte a la historia.

Es una historia que te invita a reflexionar. En la vida, en el azar, en dejar atrás el pasado y vivir el presente.

La historia de esta pareja es bastante sencilla y muy emocional. de lectura fácil y amena, aunque he tenido que buscar alguna que otra palabra en el diccionario. El estilo de escritura tiene algo de poético y fantasioso pero la historia es completamente realista y con una ciudad más que conocida por cualquier lector, aunque yo, siendo madrileña debo admitir que la manera de describirla es tan precisa pero a la vez tan general que no necesitas vivir aquí para imaginar esas calles.

Desde el comienzo tenía claro que no le iba a dar las cinco estrellas por la actitud y personalidad de Julián, no soy capaz de entender como una persona puede crecer con la persona que ama y aún así seguir siendo infeliz. Las cuatro estrellas estaban también muy seguras hasta que llegué al capítulo veintiocho y pensé que mi edición tenía una errata y faltaba un capítulo, pero no, era así y yo sentía que me había perdido algo, parte de la historia se había evaporado y no en mi mente nada tenía sentido. ¿Lo peor? Llegar al último capítulo y ver que ese "algo" seguía sin aparecer, había llegado al final de la historia y sentía que estaba terminando un manga shoujo sin saber si los bordes estaban pintados de blanco o de negro, si habría una continuación o todo debía terminar en mi cabeza. Odio esa sensación. Por eso solo puedo darle tres estrellas y no las cuatro que pensaba.
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Esta es una historia de amor, aunque también es una historia de dolor y miedo. Es una historia sobre los recuerdos que se evocan y de la importancia de vivir la vida al máximo porque nunca sabes cuándo puede terminar. Este libro ha llegado a mi vida en un momento clave, y es que me ha hecho sentir emociones muy intensas que están ligadas a experiencias un tanto negativas que estoy viviendo actualmente. No puedo decir que esté experimentando lo mismo que la protagonista, pero me he visto a mí misma reflejada en sus emociones, en un sentido metafórico.

No puedo hablar mucho sobre la trama porque estaría estropeando el libro a todos aquellos que quieran leerlo, así que me limitaré a decir que es una historia muy triste y desgarradora, pero a la vez también reveladora, y que tiene el poder de darte la energía necesaria para continuar. En menos de doscientas páginas, Manuel de Lorenzo consigue narrar una historia de manera sencilla pero muy evocadora y bella.

Para mí el punto negativo de este libro es que no he sido capaz de empatizar demasiado con los personajes. Quizás lo he hecho un poco más con Lucía, pero sobre Julián tenía la impresión de que no sabía nada de él. Creo que me ha faltado un poco más de introducción y desarrollo de los personajes. En ese sentido el libro se me ha hecho muy corto. También tengo que reconocer que el punto clave de la historia me ha dejado algo desconcertada, pues hay un salto temporal demasiado grande. Entiendo que quizás esto no sea tan importante en la historia como lo son los sentimientos que lo rodean. Sin embargo me hubiera gustado que el autor se hubiera detenido un poco más. El final también me ha parecido bastante precipitado.

En general Todo lo demás era silencio, es un libro que me ha gustado y que he devorado en un día. Tengo claro que seguiré de cerca la trayectoria de este autor, porque creo que ha hecho un muy buen trabajo con su primera novela.

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