Vampira: Más que animales

Todo aquel que piense que el género de vampiros hace tiempo que está agotado y no se hace nada nuevo, considero que debería echar un vistazo a Vampira, de Julieta Manterola. Se trata de una novela corta ilustrada magistralmente por Pablo de Bella. Precisamente estas ilustraciones nos ayudan a sumergirnos aún más en el mundo de la protagonista y vienen a complementar maravillosamente la trama. La novela sigue un ritmo muy rápido, yendo directamente a sucesos puntuales de la vida de la protagonista y saltando en el tiempo sin necesidad de extenderse en explicaciones de los diferentes sucesos, acrecentando así el misterio que envuelve toda la obra.

Seguimos la trayectoria de una joven desde su conversión de una forma un tanto peculiar e intrigante. A través de sus reflexiones y los acontecimientos que le sobrevienen vamos tomando consciencia de la concepción del universo vampírico que tiene la autora. Me ha resultado especialmente interesante la manera en que la protagonista va descubriéndose a sí misma en su nueva realidad, las posibilidades y constreñimientos que ésta le otorgan.

Admiro la forma en que la autora ha sabido recoger el testigo de las fuentes clásicas en cuanto al vampirismo se refiere y crear algo totalmente nuevo sin perder ese arraigo tan purista del género. Los ecos de le Fanu, Polidori, Dumas, Gautier... se escuchan en la narración de Vampira sin acallar la propia voz que da personalidad propia al relato. Incluso es evidente (mencionado de manera explícita) el ascendiente del Nosferatu cinematográfico de Werner Herzog. Pero el verdadero mérito de la autora reside en aprehender todas esas referencias clásicas y modernizarlas dándoles su propia impronta pero sin traicionar la tradicional raigambre del género de vampiros.

Otro de los aciertos, ya dibujado anteriormente, consiste en el misterio que confiere a la trama. Ocurren muchas cosas pero no tenemos una completa explicación para todas ellas. Quizás sea el deseo de la escritora que el lector pueda hacerse su propia composición de lugar o tal vez nos dé nuevas claves más adelante en una nueva entrega. En cualquier caso, es un recurso tremendamente efectivo que nos mantiene pegados a sus páginas y con esa sensación de ligera insatisfacción típica de cuando terminamos un libro que nos hubiera gustado disfrutar durante mucho más tiempo.