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Leer un diario como este da la misma sensación que estar espiando el alma de alguien. No todos los diarios deben despertar las mismas ganas de leerlos (por supuesto) pero Mansfield, por suerte, quería que la leyeran y eso es evidente. Así que no hay mucho de qué avergonzarse. No se puede contar el argumento del diario porque no existe. Se tratan miles de temas (algunos triviales, otros decididamente trascendentales) en una pocas páginas, se cambia de a saltos, hay fragmentos de libros, anotaciones de sueños. Hay un mundo ahí dentro... y a veces se ven las miserias. Mansfield, que vivió escribiendo y viajando (y que, lamentablemente, murió joven), tiene una capacidad maravillosa para transmitir hechos y sentimientos que parecerían ser de importancia sólo para ella. Las últimas etapas del libro son un poco angustiantes porque también son los últimos días de su vida. Me gustaron sus anotaciones de libros y las crisis compartidas, pero a la vez no pude dejar de sentir que, en algunos momentos, ella estaba tan dentro de sí misma que me expulsaba del diario. Algunos comentarios que Mansfield hace sobre ciertos temas me incomodaron. Recomendaría Diario a los que estén interesados en la escritora porque ya leyeron algo de ella o simplemente porque sí. Es un buen acercamiento. |
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