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ISBN : 8435046362
192 páginas
Editorial: Edhasa (09/01/2017)

Calificación promedio : 3.83/5 (sobre 86 calificaciones)
Resumen:
Gustav von Aschenbach, un reconocido escritor alemán, decide visitar Venecia para pasar allí los meses de verano. Coincide en el hotel con una familia polaca y descubre el ideal de belleza en el joven hijo de la familia, Tadzio. Aschenbach observa cada vez más al chico y cae en una especie de enamoramiento que le sirve para reflexionar sobre temas como la verdad y la belleza. La devoción por Tadzio se da en el plano platónico, pues el temor al rechazo impide que el ... >Voir plus
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Críticas, Reseñas y Opiniones (31) Ver más Añadir una crítica
Ros
 15 May 2023
“No se trata de hablar, no se trata de callar: se trata de abrir algo entre la palabra y el silencio.”
Roberto Juarroz, un gran poeta, dio a luz esta frase, puso sentido a algo distinto que se sitúa en medio. Esta perla escrita, hoy me sirve a mí, para encabezar una reseña, para resumir algo a lo que volveré más adelante.

Thomas Mann, el autor, parece decantarse por dotar a Gustav Aschenbach, su protagonista, por la superioridad, amamantado a los pechos de la introspección , el ser acariciado por la solvencia de la soledad, cuyo pensamiento emancipado e intelectualizado lo elevará por encima del otro.

La novela, esta Muerte en Venecia, parece albergar en su seno la cuestión vital a resolver del ser humano, me dejo caer o me aferro.
El abismo o el sentido profundo de continuas resurrecciones a través de la belleza, de la creación intelectual, como sujeción ante la siempre posible caída y ante el desmoronamiento.

El protagonista, Gustav parece despertar de un sueño, el de su vida de éxito y aclamación y se descubre como pesadilla de la que quiere y necesita huir , escapar, emigrar de todo y de todos, si es que esto fuera posible, y sobre todo, alejarse de él, de su trabajo, de sus esfuerzos, de su insufrible responsabilidad con su obra.

En él urge una ruptura plena, integral, absoluta, quizás viajar, hallar otras cosas de las que puedan darse en otras tierras, en otros confines, capaces estas, de deportarlo lo más lejos posible de todo aquello que ha venido siendo su vida.

El gusto y el carácter de Gustav Aschenbach por envolverse con los ropajes de la soledad lo configuran, en esta novela, como taciturno, confuso, inseguro y pesimista.
Un hombre que ocupa una cara de la moneda cuyo reverso se llena con seres sociables, abiertos, que quizás , sin demasiados motivos para ello, se sienten felices, seguros y confiados.

Una misma moneda con dos caras que se oponen, que representan la vieja unidad de los contrarios.

La novela se empieza a desplegar en un ambiente culto, hedonista, muy intelectualizado en el que un hombre, un escritor, se encuentra inmerso en plena crisis existencial.

Gustav Aschenbach, lo hemos dicho, hombre solitario que permanece constantemente debatiendo consigo mismo, arropado por la soledad y seguro en ella, está notando como cada célula viviente de su cuerpo comienza a tomar el camino que parece llevar al final, no al de etapa, no al de ciclo, sino a ese otro que se escribe con letras mayúsculas y perecederas que pesan como plomo y que al unirse forman el sustantivo decadencia y final.

Busca en su cabeza un destino, el lugar después de la escapada. Escudriña, duda y por fin se decide por Venecia.

El primer desencuentro se producirá en el vaporetto que lo lleva a uno de los hoteles del Lido, rodeado por música, alegremente chabacana , y un viejo enjuto y seco con la cara maquillada, con el objeto de parecer más joven, desdentado y exageradamente sonriente, se dirige a Gustav, el escritor siente un profundo rechazo, desprecia esa terrible caricatura.

Un posterior desencuentro se dará cuando el gondolero que lo ha de llevar al hotel, se muestra absolutamente rebelde a obedecer las órdenes que le da Gustav. Y otro más, en el hotel cuando percibe las incorrecciones y mala educación de algunos huéspedes.

Ya en el hotel, en el bellísimo hotel, ya en su habitación, al abrir la ventana, siente como le golpea el cuerpo el pavoroso bochorno del siroco.

Si sumamos estos acontecimientos antipáticos para un hombre como Gustav y el insoportable ambiente del siroco, podremos comprender que quiera abandonar Venecia, aún a pesar de que había mirado y había visto a un adolescente, a un joven, a un efebo de no más de catorce años, cuya belleza superior no necesitaba ser contada, ni ser explicada.

Gustav dejará el hotel, pero un hecho fortuito le obligará a volver de regreso, han extraviado sus maletas y debe quedarse.

Ahora es momento de retomar aquello que escribió Roberto Juarroz y que ha encabezado esta reseña, Gustav Eschenbach, verá, observará y se cruzará a diario con el joven Tadzio.

En ningún momento, en ninguna página, en ninguna línea de la muerte en Venecia aparecerán estos dos personajes dirigiéndose una sola palabra, qué falta hará esta cuando la belleza , la hermosura y la pureza, hace innecesarias y ruidosas las palabras.

A esta exuberancia, a esta plenitud, a este algo superior no le pedimos voz, le rogamos solamente que nos permita seguir contemplando lo que a todas luces, sabemos divino.

En la muerte en Venecia de Thomas Mann lo que queda en medio, lo que ocupa el centro entre la palabra y el silencio, es la mirada, el gesto, la seducción, es la explosión de los cinco sentidos, vista, oído, olfato, y los que quedan fuera, el gusto y el tacto, se intuyen y se desean.

Las miradas y los gestos del maduro Aschenbach y del joven Tadzio parecen perseguirse, y desde luego, en casi todas las ocasiones turban su mirada.
Otras veces la apartan para poder volver a Tadzio con más fuerza, con más determinación, a la manera que ya nos lo contó Sthendal cuando nos proponía que debíamos apartar la mirada de la obra de arte, para no desmayar y poder volver a ella con más fuerza.

Gustav Aschenbach siente una Venecia sucia decadente, llena de callejuelas imposibles y un olor penetrante y desagradable lo va inundando todo, es el hedor del desinfectante. En Venecia hay cólera , las autoridades lo niegan pero la evidencia se manifiesta en cada rincón de la ciudad.

Thomas Mann en Tadzio, parece haber rescatado una figura perteneciente a la estética griega clásica.

Tadzio no solo reúne las características físicas de una belleza armónica, es que además su gestualidad es de una armonía contundente, baste para ello, recordar el momento en el que el joven entra en el mar y parándose con agua hasta un poco más allá de los tobillos levanta el brazo para señalar algo inconcluso, algo que no sabemos muy bien qué significa pero que es de una belleza sublime. Quizá el anuncio de la despedida.

Los días se sucederán imponiéndose las miradas, los gestos y el entusiasmo de Gustav al poder contemplar a diario, aquello que pedimos que no nos ciegue para poder seguir contemplándolo eternamente, como imprescindible sustento para no desfallecer.

Todo va sucediendo con un orden organizado desde lo sublime que adorna, que cruza por la palabra y el silencio sin rozarlo siquiera.

En Venecia el cólera se hace fuerte, los viajeros van dejando los hoteles, y volviendo a sus lugares de origen. La familia de Tadzio también lo hará, pero para el joven y su familia hay un día más de playa , para Gustav también, sentado en una hamaca en la arena, se dispone a contemplar lo excelso , lo sublime, para lo que no existe un adjetivo terrenal que pueda nombrarlo.

Gustav con su cara maquillada, a la manera del hombre que despreció en un principio, con sus mejillas coloreadas en un rosa excesivo, sus labios tintados por el carmín, su cabello canoso ennegrecido, y sus pestañas y cejas oscurecidas también, ya que el imperativo es ser y sentirse joven, necesita sentirse apto para que sus miradas hacia Tadzio le ofendan un poco menos.

La muerte en Venecia es una novela casi de obligada lectura. Para la persona que escribe esta reseña, se trata de una de las obras imprescindibles, capaz de recoger en cada una de sus páginas, la verdad de la existencia.

Leyendo esta novela en algún momento, tendremos que apartar la vista de ella para recogernos y pensar.

Y por cierto, la película, que se hizo de esta obra, dirigida por Visconti recoge con enorme solvencia la esencia del libro, es también una bellísima obra de arte.
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Keoki
 16 August 2022
El escritor alemán Gustav von Aschenbach, que ronda los 50 años de edad, se encuentra en una pequeña crisis artística a la que quiere poner remedio viajando a Venecia en busca de inspiración. Es la segunda vez que viaja a dicha ciudad, y en la primera ocasión tuvo que marcharse antes de tiempo porque, según el propio Gustav, el clima de la ciudad le pone enfermo.

En esta segunda ocasión parece que la salud del escritor vuelve a resentirse, pero, de pronto, eso deja de importar cuando von Aschenbach conoce a Tadzio, un bello joven polaco de 14 años, que se aloja en su mismo hotel.

A partir de aquí el alemán se encapricha, se enamora del joven polaco, y vamos viendo cómo Gustav va comportándose de manera mucho más desenfrenada, lo cual es muy distinto a cómo se ha comportado durante toda su vida, siendo un hombre recto de la época. El autor describe fenomenalmente cómo afronta el escritor su amor, regalando al lector pensamientos muy profundos sobre la belleza y sobre la felicidad, entre otros.

La novela tiene una prosa fantástica, con unas magníficas descripciones del pensamiento del escritor, así como de la propia ciudad de Venecia.

Ahora viene lo que no me ha gustado, lo he intentado obviar, pero he sido incapaz de ello. Gustav von Aschenbach se pasa toda la novela persiguiendo al joven Tadzio, de 14 años (sí, 14 años). No llega a establecer contacto físico con el joven, se nombra en varias ocasiones que ese es un amor platónico, pero personalmente eso no lo puedo concebir así. Para mí, el señor escritor está acosando a un niño, yo no puedo verlo ni como amor, ni como belleza, yo eso no lo veo normal, de hecho fuera espectador de un caso así en la vida real lo consideraría denunciable.

Y eso es básicamente lo que ocurre en la novela, no voy a desvelar nada del final. Novela, eso sí, maravillosamente escrita. Si alguien me pregunta si la recomendaría, mi respuesta será una cara de póquer. Lo que sí que tengo claro es que leeré más sobre el autor, porque me ha gustado cómo escribe (ha sido mi primera novela de Thomas Mann).
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Guille63
 01 March 2024
La novela plantea uno de esos problemas irresolubles que devienen de lo problemático de nuestra naturaleza. Como no sería capaz de expresarlo mejor, traigo aquí las palabras que Vargas Llosa recogió en el prólogo a mi edición refiriéndose a los instintos: “aunque su presencia siempre entraña un riesgo para el individuo y una amenaza de disolución y violencia para la sociedad, su total exilio empobrece la vida, privándola de aquella exaltación y embriaguez —la fiesta y la aventura— que son también una necesidad del ser”. A la cabeza de esos instintos “peligrosos” están los que tienen que ver con la sexualidad, sobre todo cuando el objeto del deseo es moralmente inaceptable.

“Porque la Belleza, Fedro, tenlo muy presente, solo es a la vez visible y divina, y por ello es también el camino de lo sensible, es, mi pequeño Fedro, el camino hacia el espíritu. Pero, ¿crees acaso, querido mío, que algún día pueda obtener la sabiduría y verdadera dignidad humana aquel que se dirija hacia lo espiritual a través de los sentidos?¿O crees más bien (te dejo la libertad de decidirlo) que es éste un camino peligroso y agradable al mismo tiempo, una auténtica vía de pecado y perdición que necesariamente lleva al descarrío?"

A estos problemas se tiene que enfrentar Gustav Aschenbach, un famoso hombre de letras, dotado de talento y, no menos importante, de una férrea voluntad, una severa disciplina y una gran ambición. Sus problemas de salud lo aislaron muy pronto del mundo impidiéndole disfrutar del “despreocupado abandono de la juventud”, quizá por ello, su palabra predilecta fue desde siempre «resistir», un lema que marcó su carácter y su obra. Los héroes de sus libros encarnaban la figura de San Sebastián: mantenerse firme pese “a la aflicción y a los tormentos, pese a la miseria, al abandono y la debilidad física, pese al vicio, a la pasión y a mil impedimentos más”. El heroísmo de sus personajes era el de la debilidad, el heroísmo de los que lograban imponerse a sus vicios y penalidades.

“Para que una obra espiritual relevante pueda tener sin demora una incidencia amplia y profunda, ha de existir una secreta afinidad, cierta armonía incluso, entre el destino personal del autor y el destino universal de su generación”

En su madurez, la obra de Aschenbach se había decantado “hacia una especie de paradigmática solidez, de trasfondo tradicional bien pulimentado, conservador, formal y hasta formalista”. El autor había aceptado un título nobiliario y sus obras se leían en los colegios, pero él se sentía insatisfecho con su trabajo actual y pensó que un corto viaje le infundiría las fuerzas que necesitaba para reavivar su obra.

“Con asombro observó Aschenbach que el muchacho era bellísimo”

Qué mejor decorado que la bella y decadente Venecia para situar el retrato de una decadente sociedad y asistir a la decadencia de un hombre enfrentado a su última lucha: unos deseos y una pasión de los que siempre había abominado.

Una pasión que, por un lado, se transmitió rápidamente a su apagada vida y a su faceta creativa…

“Nunca había sentido con mayor dulzura el placer de la palabra ni había sido tan consciente de que Eros moraba en ella, como durante esas horas peligrosamente exquisitas en las que, sentado a su tosca mesa bajo el toldo de lona, en presencia de su ídolo y con la música de su voz en el oído, dio forma a un breve ensayo inspirándose en la belleza de Tadzio, una página y media de prosa selecta cuya transparencia, nobleza y tenso y vibrante lirismo habrían de suscitar, poco después, la admiración de mucha gente…”

… pero de los que se sentía dominado,…

“Así, víctima de su extravío, no sabía ni quería otra cosa que perseguir sin tregua al objeto de su pasión, soñar con él en su ausencia y, a la manera de los amantes, dirigir palabras tiernas a una simple sombra.

… le inclinaban a extravagancias y preocupaciones de las que en otro tiempo se habría avergonzado, …

“A la vista de la juvenil tersura que lo había embelesado, su cuerpo senescente le daba asco; la visión de sus cabellos grises y los perfilados rasgos de su rostro lo sumía en la vergüenza y la desesperanza”

… abocándolo a una amarga situación de la que ya no había vuelta atrás.

“… quien está fuera de sí nada aborrece tanto como volver a sí mismo… la idea de volver a casa, al ámbito de la prudencia y el discernimiento, de la fatiga y el esfuerzo que aspira a la maestría, le repugnaba a un grado tal que el rictus de malestar físico contrajo su rostro”

Una maravilla de lectura, bella, profunda, brillante.

P.S. He releído la novela en el ejemplar que conservo de Círculo de Lectores en su Biblioteca de Plata. Una colección, como muchas otras de Círculo, fabulosa en su edición, con fotografías, la semblanza biográfica del autor y unos prólogos maravillosos de Vargas Llosa que después fueron reunidos y publicados en su libro «La verdad de las mentiras». Compré bastantes ejemplares en su día, y alguno más después en las plataformas de segunda mano en la que se pueden encontrar por precios irrisorios, y me gustaría dedicarle aquí este pequeño homenaje.
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brownchoco
 19 October 2022
Un escritor alemán en su decadencia que necesita desconectar viaja a una Venecia pobre y decadente en donde se enamorara de un adolescente. Una narración en la que no sucede prácticamente nada salvo nada más y nada menos que el tormento interior que vive nuestro protagonista,este se verá locamente atraído por el joven sin que en ningún momento se acerque a el.solo admirara su belleza desde la distancia.Es muy fuerte la lucha interna que sufre entre ese amor deseado pero prohibido,la moralidad está por encima,es tan fuerte su deseo que llegara renunciar a todo e incluso a el mismo. Es una lectura con bastante simbología, exigente, por lo que habrá que realizarla de forma pausada y reflexiva para poder analizar muchos de sus fragmentos,no apta para cualquier lector,sin embargo no deja de ser una joyita literaria que recomiendo
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anais_i
 18 October 2022
Un clásico de la literatura, La muerte en Venecia es un libro para leer con tiempo, porque es breve (no llega a las cien páginas) pero desarrolla un tema complicado. La atracción de un escritor mayor (más de cincuenta años), von Aschenbach, hacia el joven Tadzio (aproximadamente doce años).

Aschenbach, en Munich, siente “deseo de viajar; deseo tan violento como un verdadero ataque, y tan intenso, que llegaba a producirle visiones”. Estaba pasando por una crisis creativa, no podía trabajar como él deseaba hacerlo, “como si a su obra le faltase el fervor de esa alegría ágil que, como ninguna otra cualidad, produce el encanto del público”. Decide cambiar su veraneo habitual en la casa del campo por “aire lejano y sangre nueva”. Decide irse a la playa. Y elige Venecia como destino.

Como todo lo vivido por Aschenbach en esta novela, el viaje y la llegada a Venecia tiene muchas preguntas, muchas miradas críticas y sensaciones desagradables, al punto que describe una Venecia diferente a la de los libros; casi fea e inhabitable. Hasta que descubre a Tadzio. Y en él, descubre la belleza que estaba buscando con tanta necesidad para poder trabajar en sus escritos. Y, encontrar al Tadzio, encuentra también todo un dilema moral. Porque no sólo admira la belleza del joven, sino que siente atracción (¿sexual?) hacia él. Esa atracción tiene una puesta en palabras por parte de Mann que resultan maravillosas. Pura poesía para describir las sensaciones de Aschenbach, sensaciones que contadas de otra forma, podrían transformarse en un relato pornográfico.

Como corresponde a la época, el final es aleccionador. Termina como debe terminar. Les recomiendo la lectura de esta pequeña gran novela. Les va a dejar pensando.
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Las críticas de la prensa (1)
Infolibre29 September 2020
Una novela corta -en parte autobiográfica- del notable escritor alemán.
Leer la crítica en el sitio web: Infolibre
Citas y frases (20) Ver más Añadir cita
RosRos15 May 2023
Hablaba del sagrado temor que acomete al alma noble cuando se le aparece un rostro semejante al de los dioses, es decir, un cuerpo perfecto.
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anais_ianais_i16 October 2022
Así era Venecia, la bella insinuante y sospechosa; ciudad encantada de un lado, y trampa para los extranjeros de otro, en cuyo aire pestilente brilló un día, como pompa y molicie, el arte, y que a los músicos prestaba sones que adormecían y enervaban.
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mifugamifuga11 January 2024
La soledad madura lo original, la belleza osada y sorprendente, la poesía. Pero la soledad madura también lo alterado, lo desproporcionado, lo absurdo y lo prohibido.
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DianeNosprakaDianeNospraka23 July 2023
Amaba el mar por razones profundas: por el ansia de reposo del artista que trabaja duramente, que desea descansar de la variedad de figuras que se le presentan en el seno de lo simple e inmenso; por una tendencia perversa, opuesta enteramente a las exigencias de su misión en el mundo, y más tentadora, por eso, a lo inarticulado, excesivo y eterno; a la nada. Quien se esfuerza por alcanzar lo excelso, nota el ansia de reposar en lo perfecto. ¿Y la nada no es acaso una forma de perfección?
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LionesLiones15 August 2021
Amaba el mar por razones profundas : por el ansía de reposo del artista que trabaja rudamente, que desea descansar de la variedad de figuras que se le presentan en el seno de lo simple e inmenso ; por una tendencia perversa, opuesta enteramente a las exigencias de su misión en el mundo, y más tentadora, por eso, a lo inarticulado, desmedido y eterno; a la nada.
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