La montaña mágica

El contacto precoz y frecuente con la muerte inclina a un estado de espíritu que nos hace más delicados y más sensibles a la dureza, trivialidades, y, digámoslo claramente, al cinismo de la vida ordinaria.

Toda civilización y todo perfeccionamiento moral han salido del espíritu de la literatura.

Escribir bien es pensar bien.

La palabra es el honor del hombre. La palabra de honor hace la vida. Toda dignidad, la estima de los hombres, todo es inseparable de la palabra y se halla ligado a la literatura.

La literatura es la unión del humanismo y la política.

Únicamente lo que nos es extraño nos parece que tiene carácter.

El combate entre las potencias de la castidad y el amor termina aparentemente con la victoria de la castidad, del temor, de las conveniencias. La repugnancia pudibunda, un tembloroso deseo de pureza comprimen el amor, le ligan en las tinieblas, no dejan más que en parte penetrar esas reunificaciones confusas en la conciencia y manifestarse por medio de actos. Pero esa victoria de la castidad no es más que aparente, es una victoria a lo Pirro, pues la potencia del amor no se deja ligar, no se deja violentar, el amor oprimido no está muerto, vive, continúa tendiendo, en la profundidad de su secreto, hacia su realización, rompe el círculo mágico de la castidad y reaparece, aunque bajo una forma transformada y difícil de reconocer: bajo la forma de la enfermedad.

La música sola no hace avanzar al mundo. La música sola es peligrosa. La literatura debería siempre precederla.

Cuando miro hacia atrás me parece que me hallo aquí desde no sé cuánto tiempo, y tengo la impresión de que para volver al instante en que llegué aquí es preciso remontarse a toda una eternidad.

El tedio es , en realidad una representación enfermiza de la gravedad del tempo provocada por la monotonía.