Ordenación y selección constituyen el principio del dominio, y el enemigo más peligroso es el enemigo desconocido. Hay que sacar a la especie humana de los estados primitivos de miedo y de apatía resignada, hay que llevarla a una fase más activa de la conciencia. Es preciso alumbrar su religión, hacerle ver que los efectos desaparecen y que, por lo tanto, para suprimirlos es preciso comenzar por conocer las causas, y que casi todos los males del individuo son producto de las enfermedades del organismo social.
|