A la caza de Jack El Destripador

Me toqué los labios. Había leído sobre situaciones peligrosas que motivaban romances espontáneos, y había pensado que eran tonterías. En ese momento lo comprendía. Darte cuenta de que te podían quitar lo que más querías sin advertencia previa hacía que te aferraras aún más

La muerte no prejuzgaba por cosas mortales como la posición social o el género. Venía en busca de reyes, reinas y prostitutas por igual, y en general dejaba a los vivos con arrepentimientos. ¿Qué podríamos haber hecho diferente si hubiéramos sabido que el final estaba tan cerca?

Tío era una criatura de hábitos, y la impuntualidad no era tolerada. Por mucho que fuera mi cumpleaños. Personalmente, yo no creía que a los muertos les importara esperar cinco minutos para ser abiertos y explorados, pero no me atrevía a decir eso en voz alta.

-Tenga cuidado, señor Creswell. Alguien podría pensar que comienzo a importarle.
Echó un vistazo en mi dirección y frunció el ceño como si hubiera dicho algo particularmente extraño.
-Entonces, me gustaría conocer a esa persona. Sería bastante astuta.

Soy impredecible, y eso te encanta. Tal como yo no puedo hacer que mi gran cerebro entienda la ecuación que eres y, sin embargo, eso me encanta.

Las rosas tienen tanto pétalos como espinas, mi flor oscura. No debes creer que algo es débil porque parece delicado. Muéstrale al mundo mundo tú valentía.

No hay nada mejor que un poco de peligro mezclado con algo de romance.

El miedo es una bestia hambrienta. Cuanto más lo alimentas, más crece.

Las rosas tienen pétalos y espinas, mi flor oscura. No necesitas creer algo débil porque parezca delicado. Muéstrale al mundo tu valentía.

Ver la verdad nunca era fácil, en especial cuando revelaba que las personas más cercanas podían ser monstruos escondidos a plena vista.