Me gusta pensar que mis palabras permanecerán vivas una vez que mi voz se haya apagado.
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Me gusta pensar que mis palabras permanecerán vivas una vez que mi voz se haya apagado.
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Incluso hoy, cuando lo pienso, no puedo creerlo. Diez mil hombres yacían en el suelo a nuestro alrededor, hambrientos, exhaustos, heridos. Un ejército enemigo, feroz y numeroso, estaba acampado a corta distancia. Estábamos en peligro mortal (…) Sin embargo, esa fue quizás la noche más hermosa de mi vida. No pensaba en lo que sucedería al día siguiente, de hecho, la sola conciencia de que tal vez no habría un antes había vivido y que tal vez no volvería a experimentar el resto de mi días.
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Recuerda que para un griego alejarse tanto del mar es inconcebible. Lo domina una sensación de vértigo, siente que le falta el aliento. Un griego lleva sangre en las venas mezclada con agua de mar, créeme.
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-Quirósofo es espartano y yo ateniense. Nuestras ciudades han luchado durante treinta años en un conflicto sangriento y devastador [...]. -Sé que es la guerra. -Y sin embargo nosotros dos somos amigos, nos cubrimos las espaldas el uno al otro, combatimos por la misma causa con el mismo ahínco y pasión. -¿Y cuál es la causa? -Salvar este ejército, salvar a los Diez Mil. |
Gregorio Samsa es un ...