Diario de un vampiro en pijama

Paciencia... Aprender ahora y siempre a dominar el (contra)tiempo.

Siempre he soñado con ser un superhéroe, principalmente para salvarme a mí mismo. Pero acabar con mis demonios sería demasiado sencillo, en realidad los necesito. Si los mato, me mato.

Acabo de atravesar el infierno en autoestop. El auténtico infierno. No aquel que tiene fuego y unos tipos con cuernos, que escuchan heavy metal, no, sino el infierno del que no sabes si saldrás con vida.

Soy el superviviente de un aterrizaje forzoso en mí mismo. Las papilas gustativas de mis emociones están en alerta máxima. Lo normal se corresponde con lo extraordinario [...]
Me he visto morir, me he visto renacer. Muy pronto me convertiré en otro yo. Libre de empezar de nuevo con todo. Esa idea hace pedazos la melancolía.

Atenúo el flujo de las preguntas que me asaltan porque no tengo muchas respuestas que darme. Mi mejor evasión sigue siendo crear. Inventar. Los lazos frágiles y mágicos que unen el sueño y la realidad. La poesía es el desierto del espíritu, el humor es su fruto.

Voy a empezar una carrera de hombre poético. Establecer un programa de sueños que compartir y ceñirme a él.

Una mezcla de deseado abandono y melancolía.

Tendré que reeducarme para el exterior. Puede que no esté tan preparado como creía. Ah, las grandes cuestiones de la fragilidad. Lo que no te mata, te hace más fuerte. A veces también te hunde.

Pero la fe religiosa no es para mí. Me encanta creer y me he convertido en un soñador profesional, pero prefiero ser yo quien decide en qué cree.

Hace un año que la esperanza es un bien escaso. Reparto más de la que tengo.