La novela está muy bien ambientada en el siglo XIII, narra la experiencia de un adolescente, navarro y francmasón, que es enviado a una lejana ciudad de Bretaña para ejercer un oficio en el que despunta, pese a su juventud: la imaginería religiosa. Poco a poco, a través de una trama, sencilla y amena, que no escatima sorpresas ni recursos narrativos, iremos descubriendo los misterios de la catedral a la que ha sido enviado, hasta saber que hay un giro inesperado ya que no está consagrada a Dios, sino al Diablo.
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