Siento que no he leído nada habiendo estado entre mis manos estas páginas. La uruguaya se podría decir que se nos presenta como algo parecido a un diario donde nuestro protagonista va desgranando su vida hasta llegar al meollo de la cuestión, un matrimonio infeliz que lo lleva a buscar lo que él cree que sería su dicha en una persona ajena a su familia. Mientras más avanzaba en el libro más sentía que no estaba leyendo nada, con una verborrea incesante y un estilo con el que no he conectado, el autor intenta que te pongas en la piel del protagonista masculino, cosa que para mí ha sido imposible y además que en muchas ocasiones sus acciones, maneras de hablar y comentarios me han provocado un profundo sentimiento de asco. No voy a desmerecer a Pedro Mairal porque no tengo ese poder y creo que al final cada libro que nos gusta o no lo hace se basa en nuestras experiencias que crean esos deseos de leer algo o no. Si he seguido con este libro es porque teníamos una lectura conjunta y he llegado al final sin saber qué opinar, qué había leído y si me provocaba algo que no fuese una total y absoluta indiferencia. Siento que muchas veces no somos capaces de identificarnos con personajes y es ahí cuando se crea en nosotros la función de antagonista que a veces funciona con interés y otra te lleva a un limbo de indiferencia por el que he navegado yo con La Uruguaya. Ante estas palabras, y como siempre quiero recalcar, no creo que sea poseedora de la verdad absoluta, es cierto que este libro a mí no me ha gustado pero eso no significa que a muchas otras personas les pueda gustar. En la diversidad se encuentra la evolución de la vida. |