Los narcisistas, después de todo, inducen la emoción en cada uno de los dos a través de sus mentes. No es tanto su carne la que es excitada como la vibración del rol. Sus relaciones son al mismo tiempo más eléctricas y más vacías, más perfectas y más huecas. Pero el hueco nunca parece llenarse. Así, el narcisismo puede ser una auténtica enfermedad, un desplazamiento biológico del impulso natural a desarrollarse uno mismo mediante las lecciones de la experiencia de uno: el narcisismo, por lo tanto, podría tener la misma relación con el amor que el onanismo tiene con la cópula o el cáncer con el crecimiento natural del tejido.