Asesino de brujas: La bruja blanca

Sabía quién eras. Sabía en qué creías… y, de todas formas, me enamoré de ti.

Donde quiera que tú fueres, iré yo; y donde quiera que vivieres, viviré.

Lou se había roto. Mi pagana apasionada, boca sucia con voluntad de acero se había roto. Yo la había roto.

Estaba en las entrañas de la bestia.
Y pronto, estaría en la cama de la bestia.

Unidos como uno para amarse, para honrarse o para arder.

Si ella estaba destinada a arder en el infierno, ardería con ella.

El amor es una enfermedad.

El arrepentimiento no cambiaba nada.

Podíamos escribir nuestro propio final, sin importar qué fuéramos una bruja y un cazador. Podíamos ser felices.

"Nunca... he visto a nadie disfrutar de algo del modo que tú lo disfrutas todo. Me haces sentir vivo. Tu presencia... es adictiva. Eres adictiva. El modo en que ves el mundo... yo también quiero verlo así. Quiero estar siempre contigo, Lou. Nunca más quiero separarme de ti."
...
"Donde quiera que tú fueres, iré yo."