Asesino de brujas: La bruja blanca

Las brujas no alaban a nuestro Señor y Salvador, tampoco reconocen la existencia de la sagrada trinidad de Padre, Hijo y Espíritu Santo. Glorifican a otra trinidad…una trinidad idolatrada. La triple Diosa

Desde el primer instante en que la había visto en el desfile, vestida con aquel traje ridículo y con el bigote, mi destino había quedado sellado.

Nuestra vida refleja nuestro corazón.

Caí más y más abajo en la oscuridad junto a ella. Pero ella no estaba. Había desaparecido. Solo quedaba una cáscara rota y un mar de sangre.

Promesas vacías. Quizás por eso había dejado de quererlo.

Eso es el amor: darlo todo, sacrificarlo todo, sin el menor deseo de obtener algo a cambio.

“Sabía quien eras. Sabía en qué creías… y, de todas formas, me enamoré de ti”.

Lo miré. Quizás era la adrenalina que aún latía en mi cuerpo. O que él había desobedecido al arzobispo. O que me había dado cuenta desgraciadamente de que tenía miedo. Que esta vez de verdad tenía miedo.
Y necesitaba ayuda.
No. Lo necesitaba a él.
No me importaba la razón.

—No hay nada que contar.
—Siempre hay algo que contar.

—Toda broma tiene algo de verdad.