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Crítica de Celeste_Lightwood


Celeste_Lightwood
16 January 2020
Por si no conocéis la leyenda, os pongo en antecedentes. Paris, príncipe de Troya, es recibido amablemente en Grecia por el rey Menelao. Sin embargo, este debe partir hacia Creta. Cuando regresa, descubre que Paris ha secuestrado a Helena, su hermosa mujer, por lo que, furioso, organiza un ejército para masacrar Troya y recuperarla. al mando de dicho ejército irá Agamenón, y entre sus soldados contará con la presencia del mejor guerrero de todos los tiempos, Aquiles, y su inseparable amigo, Patroclo. El poema épico comienza cuando llevan años luchando y Aquiles, debido a que Agamenón le ha "robado" a su esclava Briseida, se niega a luchar.


Si no os gusta demasiado la Grecia antigua y este tipo de relatos, podéis pensar que esta novela tiene pinta de ser un aburrimiento. Así que os voy a convencer de lo equivocados que estáis. Porque yo creí lo mismo al principio, más la autora tiene una pluma tan mágica y una narración tan dulce, que te va a encandilar en cada página. La historia está contada desde el punto de vista de Patroclo. Nació escuchimizado y no muy agraciado, por lo que era el hazmerreír del resto de niños, a pesar de ser el príncipe.

Mata a un chico por accidente en defensa propia, por lo que su padre decide exiliarle a la isla de Ftía. Allí conocerá a Aquiles, hijo del rey Peleo y una diosa menor, Tetis.

Es apuesto, rubio, de intensos ojos verdes, amable, con un cuerpo perfecto y unas habilidades sobrehumanas. En definitiva, un semidios. Patroclo le envidia y tiene celos, más pronto esos sentimientos se transformaran en unos de admiración que se irán deslizando hasta la amistad cuando Aquiles decida adjudicarle como su hermano de armas, decisión que sorprende a todos pues considera que un enclenque como Patroclo no es merecedor de tal honor.

Sin embargo, una profecía se cierne sobre el joven Aquiles. Su nombre está destinado a la gloria y la fama, la cual solo conseguirá si accede a luchar en la guerra de Troya. al principio se niega obstinadamente, pero Ulises le asegura de que es su única opción si no desea morir en el más absoluto anonimato. Alguien como él, nacido para triunfar gracias a sus características divinas, es lo peor que puede esperar. Así pues, resignado, decide aceptar y, junto a su leal Patroclo, partirán en busca de honor y renombre.

La profecía asegura que Aquiles morirá a manos de Héctor, el gran príncipe troyano, por eso trata de evitar el enfrentamiento. No obstante, la muerte de Héctor es lo que les asegurará la victoria, por lo que la negativa de Aquiles de enfrentarle les llevará a años de guerra en la que ambos bandos combatirán por desgaste.

Podría decirse que la novela se divide en dos partes bien diferenciadas. Las aventuras de los jóvenes protagonistas que ocupan su niñez, adolescencia y entrenamiento con el sabio centauro Quirón, por un lado y, por otro, todo lo acontecido durante la guerra de Troya hasta su final. A mi, en lo personal, me ha gustado más la primera parte porque se centra más en la relación entre Aquiles y Patroclo y su lenta y preciosa evolución. Y sí, por si aún no ha quedado claro, son amantes.

Sin duda, es la historia de amor entre Aquiles y Patroclo lo que me ha cautivado no solo a mi, sino al resto de lectores que han caído rendidos ante ellos. Un pedacito de mi alma se ha quedado enredado en su relación. La belleza del estilo de Miller ha contribuido magníficamente a describirnos un amor creíble, hermoso, sereno, radiante. Me quedo sin adjetivos para calificarlo porque es imposible. La autora se centra más en su romance que en la historia que cuenta La Ilíada. Es un amor que surge del profundo respeto y devoción que se tienen, que se cuece a fuego lento y se va desarrollando con lentitud y ternura a lo largo de los años. Por supuesto, no será fácil. Para empezar, nadie entiende la veneración que le profesa Aquiles pues, como hemos dicho, Patroclo es prácticamente un don nadie que se deja arrastrar por la grandiosidad de su compañero. Este desprecio e ignorancia colectiva queda bien reflejado en la figura de Tetis, la madre de Aquiles, la cual menosprecia a Patroclo una y otra vez y no oculta en absoluto su deseo de deshacerse de él.


Como sabréis, en la Antigua Grecia ser homosexual no era un problema. Era habitual que hombres hechos y derechos sintieran atracción por jovencitos apuestos y se acostaran con ellos. Los que intuyen la verdadera relación de los chicos, simplemente creen que es un capricho pasajero de Aquiles. En ningún momento sospechan que está enamorado de verdad, como se demostrará posteriormente.

Hasta ahora, las historias nos han mostrado al héroe, al muchacho invencible que de una estocada rajaba armaduras y desarmaba a un ejército. La canción de Aquiles nos muestra al humano, al hombre que lo da todo por aquel a quien ama, al que no le afecta lo que puedan pensar los demás y que el hecho de que Patroclo esté a su lado pueda restarle renombre. Porque le ama y es todo lo que le importa, más allá de sus logros militares.

Patroclo es un chico dulce, honesto, sincero, inocente que siempre antepone el bien de Aquiles, el héroe, al suyo. Aunque nunca destacó por méritos propios, durante la guerra de Troya veremos mucha madurez por su parte y se abrirá un hueco entre los guerreros, gracias a sus conocimientos de medicina, adquiridos por la enseñanza de Quirón y aumentados en el campo de batalla. Se ganará el respeto de aquellos con los que comparte campamento y el lugar al lado de Aquiles ante sus ojos. Es un personaje que me ha encantado y al que he admirado por su valentía y su lucha.

Aquiles también experimenta una gran evolución según transcurre la novela. Tiene un peso enorme a sus espaldas y está atrapado por el destino, del cual no puede escapar. Como ya he comentado, el libro nos presenta al humano, un ser repleto de sentimientos, amor, honorabilidad y valentía. Según nos acercamos al desenlace, observamos una personalidad que no había salido hasta el momento, exceptuando en ocasiones muy contadas y atenuada. No obstante, la carga que soporta termina mermando sus fuerzas y su carácter y se verá reflejado en sus actos. Por suerte, tiene a Patroclo que le guía y le ayuda a seguir el camino correcto.

De Ulises también he disfrutado mucho. El rey de Ítaca es astuto, buen conocedor de las palabras y sabio. A pesar de que no termina de congeniar con los protagonistas, sí que mantiene con ellos una especie de amistad. Es un personaje que actúa como la voz de la razón y el consejero de los jóvenes, deseando lo mejor para el pronto fin de la guerra y aportando consejos sensatos.

Briseida, Agameón, Tetis... Todos y cada uno de los personajes están fantásticamente construidos y te logran transmitir un millar de sensaciones, unas más agradables que otras. No hay ningún personaje que actúe como un mero elemento decorativo, todos tienen trasfondo, una personalidad bien definida y compleja y poseen un verdadero papel dentro de la narración.

En cuanto a la prosa... solo puedo decir maravillas. Patroclo es un personaje segundón en La Ilíada, por lo que me parece un acierto haberle hecho el protagonista principal y contarlo desde su punto de vista. de esta forma, obtenemos una visión distinta del mundo, más realista. La pluma de la autora es espectacular. Consigue hacerte estremecer con las escenas de amor así como con las batallas. Las descripciones de estas últimas son precisas y detalladas, lo que nos permite percibir que somos uno más del poderoso ejército griego. Su gran logro es conseguir que el lector se introduzca de lleno en la historia. Nosotros mismos participamos de ella, sufriendo, llorando, gritando, enamorándonos, alegrándonos. He sentido los sentimientos de Patroclo como míos propios y eso es un efecto que pocas novelas me han transmitido.

Respecto al final... si conoces la leyenda, sabes lo que va a ocurrir. Yo creía estar prevenida y me mentalizaba de que al saber el desenlace, no iba a sufrir tanto. Pero, no nos engañemos, sufrí igual o incluso más. No soy de llorar con los libros, pero os prometo que con La canción de Aquiles casi no he parado desde los primeros capítulos.

Es un sentimiento desgarrador, que te destroza y te mantiene en vilo, incapaz de despegar la mirada, que te obliga a seguir leyendo aún cuando no quieres porque no sabes si vas a soportarlo. Es simplemente espectacular la maestría que tiene Madeline Miller para sorprenderte aún conociendo el mito. Es previsible, sí, pero lo vives como si fuera una historia distinta, como si te estuviera contando algo completamente nuevo.

Enlace: http://notodoesfantasia.blog..
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