Las ballenas de 52 hercios

#LasBallenasDe52Hercios de #SonokoMachida (2020) 📖 @hermidaeditores 📚

El centro de esta novela es la soledad. La autora acoge la historia de la Ballena de 52 hercios (cuya existencia desconocía) para asemejarla con la de los protagonistas. Esta ballena tiene un canto anómalo, a una frecuencia distinta del resto de ballenas, y vaga en soledad por el mar. Esa soledad es la que ha sentido Kiko durante gran parte de su vida; creció junto a su madre, su padrastro y con el hijo de ambos, siendo una niña maltratada y apartada de todo desarrollo normal, soportando una crueldad desmedida. Todas esas vivencias le forjan una situación de indefensión de la que solo consigue salir con ayuda de unos amigos, especialmente de uno muy especial; alguien que llegó a su vida de forma repentina, que la vio y la escuchó cuando estaba en un momento límite. Con su ayuda consigue romper con esa familia tóxica e hiriente; tras esto, sin embargo, la realidad le juega otra mala pasada y decide huir, aislarse, yéndose a vivir a una antigua casa situada en un pueblo costero que pertenecía a su abuela. Allí topará con otro ser que anda sufriendo, un niño de trece años que, aun sin tener voz, Kiko escucha por estar en su misma frecuencia, en esa frecuencia anómala a la que nadie llega pero que ellos sí son capaces de captar. «El bicho» y Kiko coinciden y conectan de seguida... ¿podrá esta conexión sanar sus heridas?

Qué buena novela. Con un estilo nada enrevesado, sino concreto y directo, la autora trata situaciones y temas fuertes y duros, de esos que nos hacen gritar de enfado y rabia al leer, pero lo cuenta todo con un tacto y una sensibilidad muy cautivadores, siempre con un fondo de optimismo. Una lectura que te rompe, pero que a la vez te deja la sensación de haber leído algo realmente hermoso y luminoso.

Se sufre mientras se lee, pero está esa idea de que el canto anómalo también puede ser escuchado, que hay oídos ahí fuera que pueden escucharlo... Que merece la pena seguir cantando, ya que alguien en algún momento podrá escuchar esa frecuencia y ayudar en su camino a quien la canta.

✒️«Así que, por favor, déjame escuchar tu voz de 52 hercios».

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En el fondo del Océano Pacífico vive la ballena de los 52 hercios. Dicen que es la ballena más solitaria del mundo. A pesar de que no hay duda que su voz resuena en el mar, no hay ningún compañero que pueda recibirla.
Como tiene una frecuencia distinta y mucho más alta que los demás, ni siquiera puede encontrarse con ellos, aunque estén a una distancia que se puedes tocar se cruzan sin darse cuenta.

Así Sonoko Machida, a lo largo de este libro utilizará la metáfora de la ballena de los 52 hercios para contarnos la historia de dos seres solitarios y heridos, que al conocerse, ven reflejado su dolor en el otro.

Kiko, quien huyendo de un pasado doloroso se refugia en un pequeño pueblo de pescadores y un día paseando por la playa, luego de una torrencial lluvia de verano, conoce a un niño de 13 años que parece no poder hablar, al que su madre llama “bicho” y no trata bien.

Kiko inmediatamente se verá reflejada en él y sentirá la necesidad de ayudar a ese niño, aunque quizá sea ella la que necesite esa ayuda, ya que su voz, al igual que la de la ballena de los 52 hercios, parece sonar en una frecuencia que nadie puede oír.

Me encantó leer a Sonoko Machida, tiene una escritura maravillosa, de esas que logran que la emoción traspase las páginas al contar hechos dolorosos sin ser excesiva ni dramática. Son esos libros que te remueven y emocionan los mejores, para mí.

Y hasta ahí llego porque prefiero no contar más. Lean este libro♥. Se me hizo sumamente especial, de esos que te llegan directo al corazón.

Huyendo de un pasado doloroso, Kiko se refugia en un remoto y pequeño pueblo de pescadores. Pronto se dará cuenta que una mujer forastera, joven y sin trabajo, se vuelve rápidamente la comidilla del pueblo y todos parecen tener algo que opinar sobre ella o su vida. Un día, paseando por la playa le sorprende una torrencial lluvía de verano y se refugia bajo el techo de una casa. Mientras espera a que escampe conoce a un niño 13 años que parece no poder hablar, al que su madre llama “Bicho” y no trata bien. Rápidamente Kiko sentirá la necesidad de ayudar a ese niño, aunque quizás sea ella la que necesite esa ayuda, ya que su voz, al igual que la de la ballena de los 52 hercios, parece sonar en una frecuencia que nadie puede oír.

“La ballena de los 52 hercios” es ese tipo de historia que siempre me reconforta, de esas historias que lo tienen todo: belleza, tristeza, crudeza, ternura, una gama infinita de sentimientos que Sonoko Machida sabe transmitir al lector desde la primera página hasta la última. Es una historia tan emotiva, tan delicada y tan japonesa, que mientras la leía pensaba lo mucho que me hubiera perdido en relación a la literatura si no le hubiera agarrado el gusto en su día, y es por historisa como esta, por lo que la literatura asiática, y la japonesa en especial, me parecen tan únicas, tan especiales.

La soledad es el tema princiapl de está historia, y como esa soledad a veces puede destruírnos, porque incluso hasta el más independiente de los seres, necesita ayuda en algún momento de la vida, una voz que escuche ese grito de auxilio, que le tienda esa mano en el momento justo y le ayude a salir a flote. Y es justo lo que le pasó a Kiko, una buena persona supo ayudarla a salir de una mala situación y de alguna manera ella quiere devolver eso al mundo.

Es este increíble animal, esta solitaria ballena cuyo canto es imposible de escuchar por otras ballenas, la pieza central de la que se vale la autora para presentarnos a dos seres solitarios y heridos, que al conocerse, van a reconocer el mismo dolor en el otro. Cada vez que la protagonista hablaba de esta ballena que transmite sonidos a 52 hercios, una frecuencia que es imposible de recibir por ninguna otra ballena, me daba un pena increíble. Esa sensación de haberse sentido solo, no escuchado, invisible, la hemos sentido muchos, y si eres de esos, es imposible que este libro no te toque profundamente.

A estas alturas no es para mí una sorpresa que este tipo de historias me conquistan completamente. Normalmente las novelas dramáticas bien creadas me agarran y no me sueltan, pero si a eso le sumas ese toque esperanzador, bonito, de que la vida puede mejorar, que no siempre todo es malo, ya me conquista del todo. Además, me gusta que sea esperanzador pero realista, que no huela a frase motivadora insustancial, si no que de verdad haya un sentimiento potente detrás que te haga sentir que lo malo está ahí, pero también lo bueno. Creo que “La ballena de los 52 hercios” es una de las historias que he leído que mejor transmiten esto.

La historia toca temas durísimos como es el caso del maltratro y el reflejo de como se siente la víctima, de esa mezcla de vergüenza y culpablilidad ante lo que le pasa, como único sentido para tanto dolor. Es increíble lo bien que trata la autora la mente de la protagonista. Kiko es un personajazo, de esos que se quedarán siempre contigo, esa dulce inocencia que hace que a ratos su voz suene infantil, pero en otras ocasiones parezca madura. A veces se siente frágil, a veces poderosa. Asistimos a su crecimiento personal, de una manera exquisita.

Si por si esto fuera poco, creo que Sonoko Machida tiene una pluma preciosa, de estas cuya emoción traspasa las páginas cuando narra los hechos más dolorosos. No soy fan de narrar cosas duras desde la frialdad, suele frenar el sentimiento, prefiero relamerme dentro del sufrimiento, y Machida, sin ser excesiva, permite mostrar esta vulnerabilildad en la narración. Y claro, ¿cuál es el resultado? Pues hincharte a llorar, evidentemente. Pero esos son los mejores libros, los que te afectan, los que te remueven. Podría hablar horas de lo especial que es este libro, pero mejor acabo animando a todo el mundo a que abra bien los oídos y trate de escuchar a esta increíble y solitaria ballena. Merece la pena.

La ballena de 52 hercios existe, es un ejemplar solitario que los científicos tratan de identificar y al que solo reconocen porque emite un sonido en 52 hercios que ninguna otra ballena puede reconocer. Puede que estén próximas unas de otras pero en la inmensidad del océano jamás se acercarán, por lo que vagan solitarias emitiendo esos sonidos imperceptibles para el oído humano. Algunos lo llaman "una canción de amor no correspondido". Justo lo que les sucede a los protagonistas de esta novela.

Porque Itoshi y Kiko son dos seres humanos que tienen mucho en común con estas ballenas. Su existencia parece pasar desapercibida para sus semejantes, de hecho ni siquiera sus madres les toman en consideración. Ella anhela el amor de una madre maltratadora que consiente que su padrastro lo haga también. El, un niño de apenas trece años, al que su madre ni siquiera le llama por su nombre, se refiere a él como "bicho", está completamente desatendido mientras ella trabaja en un bar.

Pero ambos tendrán la suerte de encontrar una persona que si atienda esa llamada de 52 hercios que emitimos los humanos cuando lo único que pedimos es amor. Kiko lo encontrará en dos buenos amigos, Mihura y An san, sobre todo en este último que le hará ver la realidad de su vida y le infundirá el valor necesario para salir del agujero en el que se encuentra. Itoshi, descubrirá que no todos los seres humanos son tan crueles como su madre, y la aparición de Kiko en el pueblo pesquero donde vive le cambiará su vida por completo.

Es una historia triste, profundamente conmovedora, y llena de esperanza. Hay muchos modos de sentirse solo, de sufrir abusos, y todos son igual de injustos y crueles, pero nunca hay que tirar la toalla. Es una novela que se lee muy fácil por su tremenda sensibilidad, y por los giros de la trama que complican el desenlace a medida que se avanza en su lectura. Lo peor la traducción que, imagino traducida de manera literal desde el japonés, dificulta a veces su significado en español.
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La autora utiliza la historia de la Ballena 52 hercios (una ballena que tiene un canto a una frecuencia anormal lo que al parecer podría hacer que el resto de ballenas no la escuchasen, y que viaja por el mar de forma solitaria), conjugada con la de dos protagonistas: Kiko, una muchacha que ha sufrido maltrato durante gran parte de su vida y que en cierto momento consigue salir del atolladero en el que estaba gracias a una persona especial; y un niño de 13 años, el «bicho», que se choca con Kiko y de seguida se da una conexión entre ambos, ya que este chico también está sufriendo maltrato y debido a ello está sin voz, nadie lo escucha hasta que ella se encuentra con él... A partir de ahí, ambos se ayudarán mutuamente.

Es una novela triste, cuenta cosas que me ha costado leer, me ha transmitido mucho el sufrimiento que padecen y que han padecido los personajes. A pesar de ello, está escrita de forma bonita, hay cosas malas pero también cosas buenas, muy emocional todo, me ha impactado la lectura. Con una narración amena de leer, prácticamente lo he leído sin parar.

Buena lectura, es la primera vez que leo a una autora japonesa y me ha gustado. El símil con el tema de la ballena de 52 hercios me ha parecido muy bueno, porque no conocía la existencia de esa ballena y me ha llamado la atención, y veo un total acierto esa relación entre esto y la soledad en la que están inmersos los personajes.

La edición también me ha gustado, tiene notas a pie de página que aclaran términos japoneses para que el lector pueda acceder mejor a lo que transmiten.

Las ballenas de 52 hercios son unas ballenas cuyo canto resuena en el mar, pero a una frecuencia que no llega a ningún otro ejemplar de su especie. Por eso se dice que son las ballenas más solitarias del mundo.

Esta es la historia de Kinako, una mujer japonesa que ha tenido una vida muy difícil. Para reponerse de múltiples heridas se aísla en un pequeño pueblo donde conoce a un niño solitario, incapaz de hablar, que también sufre por su entorno.

Lo primero de todo, resulta chocante por las situaciones tan extremas que plantea. Hace dudar al lector occidental de si se tratará de diferencias entre las sociedades o si es que las vidas de los personajes son así de desgraciadas. Pero salvada la distancia cultural, se trata de una historia sobre el maltrato en sus distintas formas, en la que varios seres solitarios se encuentran y tratan de sanarse mediante la amistad y la cooperación.

Me ha parecido una lectura interesante, con momentos muy intensos , llena de sentimientos poderosos y personajes castigados pero capaces de usar su dolor para empatizar y tratar de salvar a otros como ellos. Solo le pondría un pero: me ha parecido que el final era un poco precipitado e irreal, pero, bueno, es solo un defectillo…

Esta novela nos cuenta la historia de Kiko, una mujer proveniente de una familia con abusos que decide mudarse a un pequeño pueblo donde nadie la conocer para poder empezar de cero. Allí conocerá a un niño de 13 años que no pronuncia una palabra pero que se percibe que en su casa no le tratan bien.

Con un tono muy intimista y una narración que se va desarrollando poco a poco vamos conociendo la historia de Kiko. Sus pensamientos y sensaciones actuales en este nuevo lugar y ese pasado que la atormenta y del que no puede deshacerse.

En la novela se cuenta la historia de la ballena de 52 hercios, un espécimen cuya frecuencia de canto no pueden oír el resto de las de su especie, lo que hace que esté siempre sola. Kiko y el niño son como esta ballena. Llaman pidiendo auxilio pero nadie les escucha.

A lo largo de sus páginas somos testigos de situaciones muy desagradables de maltrato físico y psicológico. Esto es algo que me ha impactado mucho. Otra cosa que destaco es como la autora nos cuenta el papel que tienen los hijos que nacen fuera del matrimonio y cuál es el sentimiento tan fuerte que tiene esta cultura hacia el valor de la familia y lo que representa, sin importar nada más. Me ha costado entenderlo y me enfada muchas veces.

Alternando presente y pasado vamos descubriendo ese pasado que persigue a Kiko mientras en el presente se va forjando un vínculo con el niño de 13 años al que está dispuesta a ayudar a toda costa.

En el fondo del Océano Pacífico habita la ballena más solitaria del mundo.

Es una ballena cuyo canto tiene una frecuencia de 52 hercios, algo nunca oído y que hace de este especimen un ejemplar único, pero sin una voz que pueda llegar al resto ballenas, que se comunican en una frecuencia de entre 10 y 40 hercios.

Sonoko Machida utiliza la historia de este majestuoso animal como elemento central de su novela y nos regala un relato de dos personas que son como esta ballena: solitarias, sin nadie que les escuche, emitiendo su triste lamento y a la espera que alguien escuche su canto.

Kiko es una joven que va a vivir a un pequeño pueblo en el que no hay más que personas que no paran de cotillear. Entre ellas conoce a un niño, al que su madre le llama Bicho, y en el que se ve a sí misma, a su yo del pasado: una niña, una adolescente, una joven que desea el amor de su madre, pero que a cambio obtiene dolor en forma de palabras y golpes.

Tal vez porque sus llantos están en la misma frecuencia, son capaces de encontrarse y de comunicarse, de crear un espacio propio de seguridad en el que nadie más puede entrar, y en el que nadie puede hacerles daño nunca más.

«Las ballenas de 52 hercios» es una historia repleta de dolor. El tipo de dolor que un niño no debería llegar a sentir nunca: el dolor por el abandono, por el maltrato, por el desamparo.

La autora tiene una prosa bellísima, que nos llega con una traducción a la altura, capaz de arrancarnos lágrimas de angustia, pero también de ternura.

En este relato, la soledad es tan protagonista como el encuentro: un encuentro tan casual como afortunado y mucho más singular que la propia casualidad romántica entre una pareja.

Sonoko Machida detiene el tiempo para hacernos pensar si en nuestra realidad estamos prestando atención a las señales de nuestro alrededor: nos empuja a buscar y a encontrar a aquellas personas que necesita nuestra ayuda, e ilumina el camino si somos nosotras las que necesitamos esa mano amiga. Deseo que, si alguna vez te sientes así, seamos capaces de escucharte.