Campos de Castilla

En Campos de Castilla, donde predominan los alejandrinos y los octosílabos populares, el paisaje es una sustancia objetiva que parece estar amasada por el alma, pero no es mera evasión esteticista, sino una vía (no excesivamente enfática) de acceso crítica a la historia. La observación y la descripción están tamizadas por la reacción interior del poeta frente al paisaje. La evolución interna de los poemas suele ir de lo descriptivo a lo interpretativo. Este libro, el más destacado de Antonio Machado, es un breviario poético del 98, en el que se nota el influjo de las tierras de Soria, que dirigen los ojos y el corazón de Machado hacia lo esencial castellano, hacia los problemas nacionales, dejando a un lado progresivamente la ensoñación autosuficiente y centrándose en lo que surge del alma en contacto con el mundo. Hay algunas composiciones de preocupación patriótica, otras de amor a la naturaleza y otras de meditaciones sobre los enigmas del hombre. Machado habla desde el interior de la crisis finisecular, desde la voluntad de renovación estética. “La tierra de Alvargonzález” tiene su origen en una excursión a la fuente del Duero (septiembre u octubre de 1910) y su motivo esencial son los crímenes por envidia o el deseo voraz de propiedades. Este romance, que versifica una historia de codicia y envidia, no fue del agrado ni de Juan Ramón Jiménez ni de Luis Cernuda.