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Lady Calpurnia Hartwell se ha resignado a ser una solterona. Sabe que no encaja con la idea de hermosura que tiene la sociedad y se niega a casarse sin amor, por lo que sabe que su destino se encuentra en el campo cuidando de sus futuros sobrinos así que, tras escuchar sin querer una conversación en referencia a ella, decide que, antes de enfrentarse al que sin duda será su destino, quizá podría hacer unas cuantas locuras, cosas que solo por ser mujer se le niegan sin ningún miramiento. Puesto que no va a casarse, ¿por qué no arriesgarse un poco? Es por eso que Callie elabora una lista de 9 locuras y en el momento en el que consiga tachar la primera de ellas, el conde Ralston y su familia entrarán de lleno en su vida, pues este le pedirá que ayude a su recién descubierta hermana a ser aceptada en sociedad. Que ella lleve los últimos diez años enamorada de dicho conde, solo hace que complicar las cosas. Es fácil empatizar con la protagonista, sobre todo teniendo en cuenta la sociedad encorsetada en la que le ha tocado vivir. Ya en su presentación en sociedad Calpurnia tiene claro que no cumple con el canon de belleza que buscan los hombres y que será complicado que alguno se interese realmente en ella. Diez años después, tras recibir varias ofertas de matrimonio de hombres mucho mayores que ella y otros que solo van tras la fortuna de su hermano, Callie ha tirado la toalla y se ha resignado a sentarse con el resto de solteronas. Es frustrante ver como se pasa por alto el carácter o la inteligencia de la protagonista y se la reduce tan solo a un cuerpo voluptuoso y unos ojos y pelo aburridos; como los ojos de todo el mundo se van detrás de su hermana pequeña y como Callie tiene que aguantar estoica los desprecios de los hombres que la tildan de aburrida sin siquiera conocerla. El planteamiento inicial de la autora es interesante, a Callie no le sirve completar las locuras en la intimidad de su casa si no que quiere vivir la experiencia completa ya que no es lo mismo beberse un whisky en el estudio de su hermano que hacerlo en una taberna, por lo que algunas de las mejores partes del libro son aquellas en las que Callie hace planes junto a su leal sirvienta Annie para colarse en uno u otro sitio sin ser descubierta. Los secundarios también han sido un gran acierto, desde los hermanos de Ralston, en especial Juliana con su carácter volátil, hasta la propia familia de Callie, sobre todo con su excéntrica madre y su visión de la moda y el decoro un tanto peculiar. Que Callie siempre sea sorprendida por la misma persona en estas aventuras le resta un poco de magia y llega un punto en el que tanta casualidad deja de ser creíble, aunque la historia sigue siendo entretenida. La facilidad con la que Ralston termina con su amante para no perjudicar a su hermana, pese a la reputación de mujeriego que le precede, no deja de ser curiosa, pero teniendo en cuenta la época en la que viven puedo llegar a entender que ponga la reputación de su hermana por delante de todo. Aún y así, hay dos detalles que sí han conseguido molestarme: en primer lugar, el título es totalmente erróneo, pues la finalidad de la lista en ningún momento es la de conquistar al granuja. Como he dicho antes, Callie decide hacer estas locuras porque la gente la considera pasiva y quiere hacer algo atrevido antes de enfrentarse a su destino definitivo, pero en ningún momento tiene intención de que nadie se entere de nada (aunque como ya se va a quedar soltera si la descubren... de perdidos al río). En segundo lugar, y esto es lo que realmente consiguió enfadarme, la autora lanza por la borda TODA la historia en UNA sola página. No diré por qué ya que sería un spoiler innecesario, pero, dejando de lado un pequeño detalle, no estoy para nada de acuerdo con lo que afirma Callie en ese momento concreto. Me quedé con la sensación de que todo lo que había leído hasta entonces había sido para nada. Enlace: http://pajaraslectoras.blogs.. |
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