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Crítica de AlhanaRhiverCross


AlhanaRhiverCross
11 February 2019
Desde muy pequeña siempre he sido muy fan de Sherlock Holmes, tanto del original de Arthur Conan Doyle como de las múltiples reencarnaciones que ha tenido a lo largo del último siglo, ya sea en pantalla y en forma de novela. Porque lo bueno que tiene la figura de Sherlock Holmes es que se puede reutilizar una y otra vez sin llegar a cansarnos aunque estemos habituados a ver versiones y adaptaciones libres en la pequeña y gran pantalla, pero también son numerosas las reinterpretaciones e invenciones de nuevos casos en la literatura y ni siquiera nos importa que no sea el original porque nos basta con que respete la esencia con la que lo creó Conan Doyle. Eso es lo que me he encontrado en Espíritus Inquietos, gran parte de la esencia de Holmes y su compañero Watson aunque con ligeros desvíos apenas perceptibles.

En esta ocasión, el tema central de la investigación que Holmes y Watson tienen que llevar a cabo pasa por varias fases que se van entrelanzando paulatinamente. Primero tenemos una dama escocesa se presenta en el 221B solicitando que Holmes investigue la desaparición y reaparición de una joven sirvienta de la privilegiada familia MacLaren, terratenientes y uno de los mayores fabricantes de whiskey en Escocia. A continuación, su hermano mayor Mycroft le pide ayuda en referencia a un posible complot entre Francia y Escocia para desestabilizar Inglaterra, y que involucra también a un antiguo rival del detective, el inaguantable francés Vidoq, del que Holmes no quiere saber nada. Como imagináis, Holmes acaba cediendo porque Watson parece estar fascinado con la dama escocesa y Isla MacLaren resulta ser muy persuasiva, así que terminan siendo huéspedes de la familia MacLaren en Escocia, donde son testigos del mensaje que recibe el magnate del whiskey en su propia casa en forma de cabeza humana cortada en una bandeja durante la cena de bienvenida. Ya tenemos desaparición sospechosa, complot internacional y asesinato macabro, todo en una misma novela.

Sin embargo, la historia comienza con un ritmo muy lento, en el sentido de que da la sensación de que los acontecimientos van muy despacio mientras Sherlock y Watson se deciden a viajar a Escocia y demás pormenores del viaje, que pueden ser las primeras 150 páginas. Luego tenemos como una especie de segundo inicio de trama al presentarnos a la familia MacLaren y su humilde morada en la Highlands, con todas sus movidas de fantasmas y sucesos inexplicables. Entonces sí, en este punto es cuando llegamos más o menos a la mitad del libro y ya se puede ir leyendo a buena velocidad porque tenemos todos los personajes presentados y también una visión general de lo que está pasando allí, en medio de un negocio de whiskey que puede enfrentar a dos países. Además, como os digo y por ser Escocia, los elementos sobrenaturales son muy relevantes en la novela porque la familia MacLaren tiene un pasado de desgracias inexplicables, muertes y desapariciones que nadie ha podido resolver y que en la mayoría de los casos quedaron considerados como accidentales o “cosas de los espíritus vengativos”. Gracias a la naturaleza racional de Holmes, las supersticiones de la familia van a dejar de ser la excusa perfecta para los posibles asesinos que se encuentran entre todos ellos, pero lo que menos sospecha el detective es que él también tiene sus propios fantasmas del pasado que le han perseguido hasta allí.

El misterio está servido por todas partes pero está narrado de tal manera que es imposible ir haciendo teorías al respecto, salvo en un par de detalles quizás que quedan asentados al principio, pero no porque sea impredecible sino porque la autora se ha cuidado mucho de ir soltando la información solo cuando le viene bien para ir desvelando los secretos que vayan interesando. Es decir, que desde un principio no tenemos ni mucho menos toda la información necesaria ni de los personajes ni del pasado de Sherlock, dado que Bonnie MacBird se ha tomado muchas licencias a la hora de inventar datos a conveniencia para la trama de esta novela. No es algo negativo en sí, no me malinterpretéis, pero normalmente las novelas policiacas están escritas para ir elucubrando a medida que leemos y en esta no se puede porque se recurre demasiado al recurso del “conejo en la chistera” y de repente, por ejemplo, aparece un nuevo personaje que antes no conocíamos y que ahora resulta ser vital para la resolución a 50 páginas del final. Y así de continuo en todo el libro.

Por lo demás, está claro que la autora domina el estilo narrativo de este tipo de novelas y que además conoce a fondo la personalidad de todos los protagonistas y el tipo de personajes que suelen aparecen en las novelas de Sherlock Holmes. Hay muchos detalles sobre la particular sociopatía de Sherlock, sobre su incapacidad para tratar a las mujeres (sobre todo a las inteligentes) o sobre su relación con su mejor y prácticamente único amigo, el doctor Watson, que aquí también es el narrador en primera persona siguiendo la estela de las novelas originales. También es verdad que en estos casos no es necesario hacer mucha construcción de los personajes principales porque el lector ya los conoce y no se va a notar si nos falta información porque inconscientemente las lagunas las completamos con todo lo que sabemos de esta archiconocida figura. Ni siquiera estoy segura ahora mismo de que haya muchas descripciones físicas de los protagonistas, ni de lo que visten o llevan puesto, porque realmente no las necesitamos, ya tenemos su imagen en la cabeza.

Por otra parte, de lo que sí hay muchísimas descripciones es de los escenarios: de la casa de Baker Street, de la mansión de los MacLaren o de todas las visitas que hace Watson por su cuenta. También hay muchas historias del pasado, tanto de Holmes como de la familia MacLaren que me han ralentizado la lectura en cierto modo, porque me desconectan de lo que se está investigando en el presente. Aunque al terminar me he dado cuenta de que todo era necesario para resolver los múltiples misterios que la autora iba abriendo, sí que he llegado a pensar que se trata de una novela demasiado larga para lo que es costumbre en los casos de Sherlock Holmes, pero no quiero decir que se me haya hecho larga en el sentido de aburrida en algún momento. de hecho, se hace bastante amena una vez superado el primer tramo porque todo transcurre entre diálogos y conversaciones con los distintos personajes secundarios (y sospechosos, obviamente) y ya hacia el final, cuando se resuelven todas las incógnitas, el ritmo se hace tan llevadero que es difícil parar de leer.

En otras palabras, es una buena novela con un nuevo caso del detective consultor más famoso de la literatura que cumple de sobra con el objetivo de entretener y seguir mostrándonos nuevas facetas de Sherlock Holmes. Si bien no es una novela ligera, se hace más ágil una vez que hemos cogido el ritmo tras la presentación de la historia y de los personajes del misterio central y de todas las demás subtramas. Es un verdadero placer seguir leyendo historias con esta frescura después de más de un siglo desde que Arthur Conan Doyle creara a su icónico personaje y que siga habiendo lagunas alrededor de él que nos gustaría ir rellenando con la imaginación de otros autor@s como Bonnie MacBird, que con tanto respeto y con tanto cuidado, homenajean al original con historias tan curiosas como Espíritus Inquietos.

Enlace: http://enmitiempolibro.blogs..
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