—Pero tal vez —dijo él en voz tan baja que ella volvió a mirarlo. No sonrió, pero sus ojos se veían inquisitivos—. Tal vez podríamos encontrar juntos el camino de regreso.
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—Pero tal vez —dijo él en voz tan baja que ella volvió a mirarlo. No sonrió, pero sus ojos se veían inquisitivos—. Tal vez podríamos encontrar juntos el camino de regreso.
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—Al menos si te vas a ir al infierno —dijo él, y las vibraciones de su pecho retumbaron contra su cuerpo—, estaremos ahí juntos.
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Algo derretido se movió por su cuerpo y entro en cada cuarteadura y fractura que todavía estaba abierta. No para lastimar o maltratar, sino para soldar. Para fraguar.
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-No estamos… juntos. Ya no. Lo dejé antes de venir La miró por encima del hombro. -¿Por qué? (…) -Porque está más seguro si siente repulsión por mi igual que tu |
Algo fundido fluyó a través de ella, cubrió cada grieta y fractura que todavía quedaba abierta. No para herirla o dañarla, sino para soldar. Para forjar. |
lo que ella representa, y lo que tu hijo representa, es a lo que tú le temes más: la esperanza. No puedes robarla, no importa a cuántas personas arranques de sus hogares y esclavices. Y no puedes quebrantarla, no importa a cuántas personas más asesines.
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—Tú eres Abraxos —le dijo Manon, con un escalofrío que le descendía por el cuello—. Te di ese nombre porque es la gran bestia, la serpiente que envolvió al mundo en sus anillos y quien lo devorará al final, cuando la diosa de las Tres Caras se lo ordene. Tú eres Abraxos —repitió—, y eres mío.
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Seguía cayendo. No había manera de levantarse porque no había fondo.
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Hasta cualquier fin.
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No necesitas un arma cuando naciste siendo una.
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Es un retelling de...