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Mi primer contacto con Amin Maalouf, autor libanes del que he oído maravillas y del que tantos libros tengo apuntados para leer (como ‘León el Africano' e ‘Identidades asesinas'), ha sido ‘Los desorientados'. Esta novela, que, aunque no autobiográfica se siente muy personal, tiene como centro a Adam, un profesor de historia árabe que vive en París desde que se exilió décadas atrás. Su país, intencionadamente, no es nombrado directamente ni una sola vez, para crear esa ambigüedad que demuestra que, tristemente, podría estar hablando de muchos lugares. Una llamada lo cambia todo. Adam se entera que quién fue su mejor amigo se muere, y le pide que regrese a su lado para arreglar lo que se rompió entre ellos e hizo que lleven media vida sin dirigirse la palabra. A partir de aquí, Adam se esforzará por reunir una vez más a la pandilla de antaño. A través de las notas de Adam en su cuaderno, se viaja atrás en el tiempo y, a través de esos recuerdos se nos presenta a los integrantes de ese grupo, cómo eran, qué le separó, dónde están hoy… y bueno, también, de que murieron los que no podrán acudir a la reunión. Una novela sobre la amistad que se cuece a fuego muy lento (igual un poco demasiado a veces) que toca temas transcendentales, que nos ayudan a entender y reflexionar sobre concepto del “otro”, el histórico cisma entre lo árabe y occidente, pero también aspectos más cotidianos como el rencor, las grietas que crean en los corazones decisiones como marcharse o quedarse cuando tu país está en guerra, la muerte de seres queridos, la resiliencia… La variedad de personajes, bien construidos y muy realistas, solo suman veracidad a esta historia. Me es imposible no pensar que están inspirados en personas reales del entorno del autor. Además, como en la vida, es fácil sentir contradicción ante ciertos actos y no es posible empatizar con todos. Un libro muy emotivo, real y disfrutable, que acaba con barreras mentales y demuestra como la amistad, si se quiere, sobrevive a guerras, distancia mental y física y al paso de los años. Cada día que pasa, siento el poso de este libro es mayor… no se me ocurre nada mejor que decir que “es un libro que no se olvida”. ¿Quién no se ha sentido alguna vez desorientado y tus amigos te han ayudado a encontrarte? ¿No os pasa también que “casa”, “patria” o “felicidad” son personas? + Leer más |
Jamás nos habíamos encontrado. Él no sabe que, desde hace años, muchas de sus palabras se entretejen con lo que pienso y hago. A partir de la década de los ochenta, cuando publicó Las cruzadas vistas por los árabes (Alianza Editorial), iniciamos un diálogo silente, una conversación que solo tenía respuestas en el blanco y el negro de las páginas, en la imaginación que convocaba a las voces que olían a café y especias. En aquellos días, Amin Maalouf me reveló un mundo desconocido y nunca había pensado. Una mirada que Occidente se negó a dirigirle a las guerras medievales. Por si esto no fuera suficiente, él también me mostró otra manera de comprender la novela histórica. León el africano (Alianza) me acompaña desde hace tiempo, y las páginas de mi ejemplar ya muestran las marcas de las lecturas que vuelven. Solo los Caballos desbocados (Alianza) de Mishima me habían marcado de una manera tan profunda...
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