He leído este libro con el corazón en un puño, en solo un par de días. Es una historia que engancha, que te tiene en vilo desde la primera frase. Una vez que lo empiezas, parece que no puedes parar, porque siempre pasa algo que te hace seguir leyendo. Además, al no estar dividido en capítulos, no sabes muy bien cuándo parar. Realmente lo que me ha impresionado no ha sido que este grupo fuera a vivir una experiencia como si fueran de la Edad del Hierro, sino la fuerza de las relaciones y los lazos familiares. Desde el principio se sabe que el padre de Silvie tiene un humor desagradable, por lo mal que las trata tanto a ella como a su madre: la agresión verbal es constante. Las trata a las dos como si fueran tontas, como si no pudieran vivir sin él, e incluso las prohíbe hacer nada fuera de casa. Pero lo duro viene a las pocas páginas: también maltrata físicamente a ambas. No solo si hacen algo que no le haya sentado bien, sino simplemente si otras personas lo hacen, el caso es que siempre lo pagan madre e hija. Lo duro también es ver cómo Silvie no entiende cómo su madre aguanta tanto, y que esta se deje llevar por la apatía de un modo alarmante. Están tan alienadas por el hombre que no son capaces de ayudarse la una a la otra. Me ha parecido un libro brutal sobre la violencia ejercida a las mujeres, tanto psicológica como física, que no recomiendo a cualquiera, ya que tiene partes de descripciones explícitas y dolorosas. No obstante, si crees que eres capaz de leerlo, al final te parecerá una lectura fantástica por la crítica que hace. + Leer más |