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Crítica de Inquilinas_Netherfield


Inquilinas_Netherfield
04 April 2020
Estallido en el silencio, de la escritora Carmen Crespo, fue una de las buenas sorpresas literarias que me llevé hace justamente ahora dos años. No sabía qué me iba a encontrar porque no tenía ninguna referencia de su autora, y me topé con una buena historia que estaba muy bien escrita y de la que, aun estando protagonizada por un personaje que me resultó antipático, no pude dejar de pasar una página tras otra. Por eso, porque descubrí su buen hacer, no me ha sorprendido que Carmen haya ganado el Premio de Novela Bellvei Negre 2018 con El complot de los inocentes, novela que hoy os traigo. Y ya sabéis que yo no soy de premios, pocos premios literarios veis reseñados en Netherfield, pero es que en su caso daba por hecho que era merecido.

Helena, una joven bibliotecaria de Madrid, ha perdido a sus padres, ya mayores, en un accidente de tráfico. Por lo que se va infiriendo en la historia, ambos progenitores tenían a su hija un tanto enclaustrada, hasta el punto de que ni sus amistades, ni tan siquiera un novio de varios años, pisaban su casa en absoluto. Esa especie de misterio alrededor de ellos se traslada a su testamento, en el que Helena descubre que ha heredado una casa en Bresñeda, una pequeña población en Los Ancares (León). Helena jamás ha oído hablar de ese lugar ni de que allí hubiese tenido alguna vez familia, y se presenta en el pueblo durante sus vacaciones para hacerse cargo de su herencia. Una vez descubre cuál es la casa que ha heredado se entera de que el terreno sobre el que se asienta es conocido como Tierra de sangre, y que sobre ella pesa un secreto desde hace muchas décadas que afecta a su familia y que Helena se empeñará en desentrañar.

Como podéis ver estamos ante una trama de misterio de corte rural en la que el pasado todavía está muy presente en un entorno como el de un pueblo, en el que las cosas nunca se olvidan realmente, los odios y afinidades se heredan de una generación a otra y donde no interesa demasiado desenterrar fantasmas que puedan alterar la tranquila rutina del día a día: quien venga de fuera e intente sacudir alfombras que ellos prefieren que sigan acumulando polvo, no será bien recibido.

Y con este percal se encuentra Helena cuando se presenta en Bresñeda. Hace amistades en el pueblo y todo son buenas caras hasta que pone las cartas sobre la mesa y cuenta que va a por todas en su resolución de limpiar el nombre de su familia resolviendo el misterio que rodea a sus tierras. Entonces empieza a sufrir el vacío de sus gentes, pero ella sigue erre que erre, y poco a poco irán entrando en su vida algunos de los habitantes de ese pueblo que de una manera u otra tienen mucho que decir o aportar sobre el misterio que se cierne sobre su familia. La gente de Bresñeda no quiere enfrentarse a lo que ocurrió hace ya más de cien años: están bien como están, y si llevan guardando los secretos de sus padres tanto tiempo no va a venir una de fuera a trastocarles la existencia. Y vigilando que todo siga así, como un cacique del siglo XXI que vela y protege a su comunidad otorgando favores por aquí e instaurando celebraciones por allá, está el misterioso don Lorenzo, que vive apartado del mundo en su bastión pero ante quien todos acaban rindiendo cuentas y casi pleitesía.

He disfrutado mucho de la historia por dos razones. La primera ha sido el propio misterio, que retrotrae la ambientación a 1910 (aunque la historia está narrada en todo momento en nuestro presente y no en dos tiempos salvo algún documento puntual), una época en la que las autoridades no se andaban con chiquitas y en la que van apareciendo posibles versiones sobre lo que ocurrió aquella fatídica noche: la gracia está en intentar discernir cuánto hay de verdad o mentira en cada una de ellas, y quiénes participaron en ella, quiénes no lo hicieron y quiénes creyeron hacerlo sin saber muy bien a qué atenerse. La segunda razón son precisamente los lugareños del pueblo y la relación que va creciendo paulatinamente entre Helena y ellos, y que tiene muchos altibajos. También creo que está muy bien representada esa sensación de ser la nueva en un sitio muy pequeño en el que todo el mundo se conoce y está pendiente de todo lo que haces, el sentirse en un escaparate continuo en el que no puedes hacer nada sin que todo el pueblo lo sepa en unas horas.

Carmen escribe sencillo y limpio, dosificando la información y dando mucha importancia a los propios personajes y su lugar en el pueblo. En esta novela logra sobre además una muy buena ambientación en un lugar rodeado por montañas naturales casi tan escarpadas como los secretos que callan sus gentes. No creo que se la pueda calificar como novela negra per sé, o no al menos tal y como solemos entender el género normalmente. Yo la definiría como una novela de misterio con un puntillo histórico y un alto componente costumbrista que resulta muy evidente tanto en la rutina del pueblo y sus gentes como en las tradiciones y la forma de vida heredada de muchas décadas atrás. Helena ejerce de investigadora amateur, pero el transcurrir de la investigación es fruto de su propia convivencia entre la gente que puede ayudarla a resolverla y de lo que puede ir sonsacando e infiriendo de todo ello.

Por cierto, no puedo ir más allá pero quiero dejar constancia: me ha gustado mucho lo firme que se muestra Helena al final y cómo es consecuente consigo misma y con sus intenciones a lo largo de todo el libro :)
Enlace: https://inquilinasnetherfiel..
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