Pensamientos estériles

Este es el primer volumen de una saga en la que la autora escribe un libro a cada hombre que ha amado. En el prefacio escrito por ella indica el nombre del mismo (Antonio), y nos da las pinceladas de su propia vida en aquel momento en el que no pensaba en nada más sino en escribir para poder sacar de su interior todo lo que sentía por él y a causa de él en ese momento.

Además, en los poemas que comparte con nosotras en este libro, Luna Miguel habla de ella como mujer, física y mentalmente, de lo que siente en ambos sentidos. Una mujer, o más bien una joven, que siente dolor, frustración y tensión en varios momentos de su por entonces presente.

La sangre, su olor y sabor, recorren estas páginas, las tiñen de tonos oscuros, pero la autora recuerda que esa sangre, mane de donde mane, es pura vida y no debemos huir de ella, no nos debe espantar. Un aplauso interior sale de mí en esos momentos en los que leo estas palabras, porque ya es hora de dejar de demonizar la sangre menstrual, como si fuera de un tipo distinto a la sangre de una herida, un tipo peligroso, que con solo verla hace que la gente mire hacia otro lado.

Soy consciente de que, aunque he sacado muchas ideas de esta lectura, para mí va a ser la primera, pero no la última, ya que aunque no conste de demasiado texto, sé que puedo sacar más de ella. Este libro quizá sea muy íntimo, pero creo que todas podemos empatizar y sacar un reflejo de nosotras mismas en él en algunos puntos, lo cual siempre es enriquecedor. Por eso, quiero volver a él más adelante, pero también seguir con el resto de libros de esta saga, para volver a tener la oportunidad de poder reflexionar sobre mí misma.