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Crítica de Gemmaentrelecturas


Gemmaentrelecturas
18 June 2022
Es más que una novela de suspense, es el reflejo de los dos movimientos enfrentados en dos personajes, el conservador, de los viejos métodos, y el nuevo, de la terapia y los fármacos.


Si tuviese que ponerle rostro a Alice Gould sería el de Nellie Bly, os animo a descubrir quién fue esta periodista que arriesgó su vida para destapar el drama de los manicomios.
 
Qué fácil resultaba declarar a alguien loco, leemos las razones y nos llevamos las manos a la cabeza, para nosotros es tan evidente que no lo es, pero ¿realmente es sencillo no dejarse llevar por este tipo de mentes? Hace unos años, no puedo precisar, compartí charlas con Napoleón, sí, siempre son grandes personajes de la Historia, se tiene mucha documentación, Y por qué no, sales diciendo. ¿Es acaso una locura creer en la reencarnación? ¿Cuántos libros conocéis que hablen de vidas pasadas? No es fácil mantener la mente fría cuando alguien te habla de confabulaciones, y si te pasas escuchando todo el día paranoias y delirios, por qué vas a creer a Alice. 
Para el doctor Teodoro, que confía en el criterio de su colega, no hay género de duda, es clara la paranoia, una mujer detective y rica ha creado una vida novelesca, una mente quebrada. Hace años valía todo para encerrar a alguien, las razones eran de lo más variopintas, la inteligencia, una de ellas, cuántas mujeres fueron ingresadas por esto o por leer novelas románticas o tener curiosidad por la ciencia o estudio. En el siglo XIII bastaba con lo siguiente para terminar enjaulado: gritos, agitación, dejar de comer, desgana, intento de suicidio, agresividad, desnudez (valía mostrar un tobillo, no os penséis otra cosa). Más de la mitad estaríamos encerrados. Era fácil declarar a alguien loco y encerrarle de por vida, no se revisaba los expedientes, no los había. ¿Qué hacía falta? Pagar una generosa suma a alguien con influencia.
El caso de Alice no era raro. La escritora Sarah Wise nos recuerda en su novela, Inconvenient People, que en la época victoriana estas prácticas eran habituales, hijos desagradecidos o socios mal intencionados, que no dudaban en poner la camisa de fuerza a padres, madres y socios, por una herencia o un negocio. Si queréis adentraros un poco más, os recomiendo Cartas desde un manicomio, Olga Villasante.
La Alice de esta historia ingresa en un psiquiátrico con pocos recursos, los había peores. ¿Qué nos encontramos? Poca higiene y personal que carece de formación. Una figura poco mencionada y muy relevante en estos lugares era: el cirujano barbero, te cortaba la barba y el pelo, como te practicaba una sangría o te trepanaba el cráneo por una jaqueca. Hospitales de los horrores, por moradores y cuidadores. ¿Sabéis de que año es la ley que regula el ingreso en psiquiátricos? Te animo a buscarlo.
Esta novela fue publicada en 1979 cuando los rumores y las historias sobre los manicomios generaban escalofríos y se miraba de reojo a todo el que trabajaba en ellos. En esos años se realizan reformas sanitarias y se habla de incluir a la psiquiatría dentro de la Seguridad Social, la salud mental inquieta al mundo después de siglos de marginación. Se habla de asistencia psiquiátrica y su deseo de cambiarla, aunque en esta novela se resisten, se verá. Hasta este momento los manicomios se mantenían de donaciones privadas y corporaciones locales. No dejéis de leer el prólogo, con detenimiento y valorar quién es el autor. Muchas de las prácticas que se mencionan a lo largo de la novela ya no se realizan, lo mismo que no se hace una sangría cuando alguien tiene fiebre, la medicina avanza y si hay un campo complicado es el de la mente. Era una lectura obligada en psicología y en psiquiatría, ahora no lo sé.
Los renglones torcidos de Dios. Para poder escribir la novela se ingresó en un psiquiátrico, tal y como hizo Nellie Bly en 1887 alegando locura (mujer valiente y sagaz). Es una obra compleja, que debe leerse dentro del contexto social en el que fue escrita, fuera de él puede parecer homófoba, racista, quizá machista. Quiso con ella dignificar al colectivo, porque entre tanto matasano, había profesionales que se preocupaban por los pacientes, pero sin restarle cierta objetividad.
Sí, se denunciaba a una institución que, en lugar de ayudar, arrancaba de cada individuo su humanidad convirtiéndoles en seres grotescos y babeantes. Pero qué momento se vivía, de conmoción, rumores e historias macabras circulaban alrededor de los manicomios desde hacía siglos. Nellie abrió la caja de Pandora, puso en el ojo de escritores, pintores y gente de a pie, los manicomios, ¿qué pasaba realmente dentro de aquellas paredes? Porque no olvidemos que los locos son personas incómodas a las que se presta poca atención.
Había llegado el momento de que los pacientes fueran tratados de un modo más humano.
 
¿Homófobo T. Luna de Tena? Se le acusó de serlo, por la frase:
 
«—Me ha dado mucha pena conocerlo. Mucha, ¿es homosexual?
—Es amanerado, como su escritura, pero es pederasta. Carece de huellas de perforación anal.».
 
Se olvidaron, los que leyeron por encima, que el personaje, César Arellano, es el manual del psiquiatra al pie de la letra. La homosexualidad para la psiquiatría ha sido un trastorno mental hasta hace bien poco y tenía solución, no voy a entrar en este tipo de aberraciones que se practicaban. La homosexualidad estaba dentro del grupo de perversión sexual junto a paidofilia, voyerismo, necrofilia, coprofilia... Por lo tanto, si uno padecía tal cosa, podía tener síntomas de otro, por eso enlaza: amaneramiento, pederastia y homosexualidad.
1886 Richard von Kraff Ebing en su libro Psicología sexual, asegura que está enfermedad mental se hereda, la homosexualidad. Otras teorías señalaban a la madre como responsables por ser fría y exigente. En 1973 se elimina la homosexualidad del Manual de Diagnóstico de los Trastornos Mentales y en 1990 la OMS la retira de la lista de enfermedades mentales. Llegamos al 2000 y Fernando Chacón firma una declaración diciendo que las terapias no son efectivas y la homosexualidad no se corrige, no existen evidencias científicas. ¿Cuáles eran los tratamientos? Terapia reparativa, electroshock, cirugía cerebral (destruir una parte del hipotálamo). 
La institución psiquiátrica, que ya no manicomio. Podemos asegurar que gracias a las iniciativas de Samuel Alvar se moderniza este psiquiátrico. Intenta que esa parte tan vital para el hombre como es la sociabilización no se pierda. Aislad a un ser humano dentro de una mazmorra encadenado durante años y tiradle las sobras de comida desde la puerta, sus instintos más primarios resurgirán con fuerza, olvidando que fue un hombre civilizado y moderno. Estos eran los horrores de los manicomios.
Pero regresemos a nuestra institución. Una y otra vez nos habla de terapia de choque por insulina, ¡ay, dios! Se usaba en el tratamiento de la esquizofrenia. Creada por Manfred Saket en 1933 y suprimida por muchos psiquiatras en 1960, no era útil y los pacientes que sobrevivían lo recordaban con terror, un trauma más a la tan larga lista. Consistía en inyectar insulina en el paciente, convulsionaba con tanta fuerza que podía partirse los dientes y entraba en coma, se le tenía unos minutos y con una inyección de glucosa regresaba a este mundo, algunos, otros morían. Esta institución donde se encuentra Alice es de pago, si fuera otra con menos recursos se hubiese usado un tratamiento más barato que nació unos años después, tratamiento con Cardiozal, las convulsiones eran tan violentas que fracturaba la columna vertebral, se pretendía una especie de reseteo. Luego llegó la terapia electroconvulsiva o electroshock, que todavía se usa, pero con anestesia y en casos de depresión profunda. Todos estos horrores empezaron a cambiar con los antipsicóticos que nacieron en 1960. Por lo tanto, nos encontramos con un director que tiene un pie en el presente y otro en el pasado, datamos la historia en 1970, dos vertientes de curar y cuidar. 
Qué largo es el pasillo que recorre Alice y qué desolador lo que ve en él. Y si de todas las frases hasta ahora leídas destacase alguna, sería: En algún lugar y un tiempo tuvieron unos padres, un hogar y una cuna. Ahora desde nuestra posición nos parece impensable que un esquizofrénico sea encerrado junto a un niño con síndrome de Down, un autista, un muchacho con malformación, un bulímico o un depresivo, pero hubo un tiempo que estos lugares eran considerados el zoológico de los monstruos. Qué horror la visión de los gemelos en ese largo pasillo, son sólo niños, cuyo mal fue unos padres con incapacidades intelectuales, pero ¿puede permanecer cuerdo alguien creciendo en tal lugar?
Muchos entraban adolescentes y morían viejos entre aquellas paredes. Catatónicos, dice una y otra vez al ver esos cuerpos maltrechos y en posiciones impensables tirados por el suelo. Personas drogadas durante años, aniquilada su humanidad y me remito a la frase, un día alguien los quiso.
Hasta la década de los ochenta no llegan los grandes cambios. Las familias cuidaban de estos enfermos mentales, muchos encadenados a camas o encerrados en sótanos aislados, cuando los cuidadores morían llegaba el problema, nadie los quería y muchos vagaban por las calles, sufriendo maltrato y vejaciones. Cuánta incomprensión y ceguera, los autistas gritan, golpean al aire y así mismos cuando se les quitaba su rutina, estaban poseídos o locos de remate, decían, hoy sabemos que no.
Este era el ambiente en el que estos llamados locos, que alguno habría, sobrevivían, pero recordad y no perdáis de vista una cosita, que no existía un lugar para ninguno de ellos ni recursos para mantenerlos, los religiosos se hacían cargo de muchos, por lo tanto, era impensable personal formado. Sí, los primeros lugares fueron todos religiosos, luego llegó el caos y el negocio de la locura. 

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