The Rats in the Walls

Se aprende bastante con Lovecraft (sus libros deberían venir con una indicación: "leer con una enciclopedia a mano") y su forma retorcida de asustar a la gente, de poner a un ser humano en una situación que se escapa de su comprensión y que luego posee su mente por completo.

En Las ratas en las paredes (1924) el narrador se presenta como el habitante de Exham Priory, una finca familiar muy antigua y con una historia muy oscura. Cuando el protagonista (del cual sólo se conoce su apellido, Delapore) se muda a ese lugar, las leyendas que la gente recuerda no lo dejan tranquilo y, de hecho, sus vecinos prefieren evitarlo y odian que restaure la casa. Y, tal como debe ser, la casa empieza a hablar sola. Primero con el sonido de las ratas que titulan el libro y, más tarde, con detalles que son más espeluznantes.

La acción tarda en ponerse en marcha porque hay toda una introducción de datos sobre los antepasados de Delapore. Si bien la catarata de información abruma, no funciona como un decorado. Después de leer bastante de este autor durante todo este año me sorprendió la importancia que le da al respaldo de una historia. Con esto me refiero a que los hechos que el narrador cuenta casi siempre tienen raíces antiguas (de cultos prohibidos y paganos, preferentemente) y vuelven indefectiblemente a torturar al protagonista. Es un mecanismo que parece repetirse en varios de sus relatos, pero eso no lo hace menos aterrador o más predecible. Me gusta que el linaje del personaje esté maldito, porque desde un principio uno empieza a pensar de qué forma va a sorprender y a horrorizar al lector ¿Le pasará algo a él o se revelará alguna naturaleza insoslayable para que le haga honor al apellido?

Lo único que no me gustó es que termina como otros relatos de Lovecraft que ya leí. Además, el protagonista no genera ni simpatía ni una sensación de diferenciación con otros de sus narradores en primera persona. Es efectivo, sin dudas, pero no quisiera que eso me fastidie en un futuro. Mi problema con el narrador poco fascinante lo compensa la tensión y la vacilación a la hora de describir (de forma exquisita) qué está presenciando, qué es lo que lo perturba.

En definitiva, recomendaría Las ratas… Más allá de los recursos que a mí me parezcan “repetidos”, la sensación de que la historia es mucho más compleja y tremenda de lo que se puede llegar a entender siempre acompaña al lector hasta el final y un poco más.