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Esta es la primera vez que entro al mundo imaginado por Howard Phillips Lovecraft y creo que ha sido una buena puerta para entrar a él. Sin duda exploraré pronto más de sus escritos y de su basta mitología. Una expedición a la Antártida sale mal y los sobrevivientes de la misma, intentando entender qué ha sucedido con el resto de los miembros de la misma se encuentran con cosas tan aterradoras que solo atinan a contar someramente lo que se han encontrado y con el único motivo de detener una otra expedición que pretende reiniciar las investigaciones en el continente blanco. Es así como el profesor Dye va narrando lo que junto con Danforth ha vivido en este lugar tan aterrador lejos de cualquier rastro de humanidad y lleno de criaturas mucho más antiguas que la misma vida en nuestro planeta. Un relato que nos remonta hasta la época en la cual vivían sobre la Tierra solo los Antiguos [Ancianos en la traducción que leí], los Shoggoth y demás criaturas venidas desde lo más profundo del Cosmos para luchar por el control de este planeta. Sobre el relato no conocía mucho hasta el año pasado cuando en medio de las largas conversaciones que tuve durante 5 días con Martin Simonson —otra vez va la mula al trigo con el tema de M. Simonson—, que es mucho más versado que yo en temas del terror y Tolkien que yo, lo mencionó por algún motivo que ya no recuerdo. Luego de nuevo, vino a mí en forma de mención en Hielo (Planeta, 2018) libro de Ángela Posada-Swafford que habla sobre las expediciones que han hecho los científicos al Polo Sur. Así que, más temprano que tarde lo tenía que leer. Como ya lo dije, este es el primer relato que recuerdo haber leído de Lovecraft, y aunque no soy muy versado en temas del género del terror —donde fue más prolífico el hombre— fue inevitable desde que comencé el libro no recordar a Poe en la forma de narrar la historia: en primera persona con largas descripciones sobre ambientes, sucesos, sensaciones y pensamientos en cada situación en la que se ven involucrados los protagonistas. No contento con esto, Lovecraft —para demostrad de nuevo su admiración por la obra de Poe— al final del presente relato nos regala una mención directa sobre la novela inconclusa del autor de Boston La narración de Arthur Gordon Pym que también sucede en esos parajes lejanos del Polo Sur. Personalmente, me encontré con un relato lleno de referencias sobre Biología, Historia Natural, Geología y Paleontología. Algo que me maravilló sobremanera y que disfruté a cada instante —¿ya les dije que soy biólogo?—, pues son elementos que le dan peso a la historia y ayudan a que el lector imagine de la mejor forma —o peor, aún no me decido— cada una de las criaturas que van apareciendo a lo largo de la narración. De la parte científica me gustó mucho la mención del descubrimiento de Alfreg Wegener sobre la deriva continental (1912) para intentar explicar qué pudo haber pasado con estos seres míticos luego de que llegaran al planeta. Un descubrimiento "reciente" para la época de publicación del relato (1931) y que tardó en ser aceptado por la comunidad científica casi 50 años. Buena esa señor Lovecraft. Como es bien sabido por todos, Lovecraft a lo largo de su obra expone al mundo todo un Corpus de mitos, seres, objetos y lugares que le dan forma a sus relatos. Referencias cruzadas que obviamente están presentes en este relato y que sin lugar a duda me han llevado a explorarlas para lograr una mejor comprensión del relato y que más adelante me van a llevar a explorar otros de sus escritos. Un pensamiento que me acompañó durante toda la lectura fue sobre el género del mismo, pues logra rayar fácilmente el Terror, la Ciencia Ficción e incluso los Mundos perdidos, tema muy frecuente un par de siglos atrás en la Literatura... En todo caso, creo que no pude tener mejor iniciación en el mundo de Lovecraft. |
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