Los primitos

Y termino este 2021 con una vieja conocida.

Tenía 9 o 10 años cuando me dio una autentica fiebre por la novela “Mujercitas”, la cual leí por primera vez en una edición ilustrada de la añeja y encantadora editorial Nuevo Auriga. No recuerdo quien fue, si algún familiar o amigo de la familia, pero alguien me regalo una novela de Louisa May Alcott que también había sacado el mismo sello, “Juventud”. En cuanto lo comencé, descubrí que era la segunda parte de otra novela, que era, como no, “Los Primitos”. Aunque leí esa obra y me entere bastante bien de que iba y que relaciones había entre los personajes, y pese a que no me emociono especialmente, siempre me quedo la espinita de no haber leído la primera parte antes. La saque en su momento de la parte de literatura infantil de la biblioteca publica de mi ciudad, pero por lo que fuera creo que solo leí algunos fragmentos. Así que cuando el año pasado la encontré en una tienda de segunda mano por un euro, no dude en hacerme con ella.

Dicho lo cual, dejo de irme por las ramas y empiezo la reseña de una vez.

En “Los Primitos” conocemos la historia de Rosy Campbell, la cual acaba de perder a su padre. Como no tiene más familia, la huérfana termina al cuidado de su tío Alec, trasladándose a la llamada “Colina de las Tías”, nombre que recibe porque en el lugar viven las otras seis tías de Rosy con sus siete hijos varones. Lo que promete ser una experiencia traumática para la triste y deprimida niña será todo lo contrario. Gracias a los cuidados y el afecto de su tío, y a la convivencia con sus variopintos primos, Rosy ira transformándose en una joven fuerte, sana y bondadosa; aprendiendo varias lecciones valiosas y convirtiéndose en el centro de la familia Campbell.

Nos encontramos, pues, ante una obra del genero de crecimiento, en el que su protagonista y sus primitos aprenden y evolucionan a lo largo de sus páginas, a la par que se cuestionan los roles de genero impuestos por la cultura e ideología del momento, siendo uno de los aspectos más interesantes de la misma. Y a veces controvertidos, por lo menos para mi. Es cierto que al final de la misma Rosy se convierte en un ángel del hogar y de su familia, y que se critica en varias ocasiones que la coquetería es uno de sus grandes defectos (para mi uno de los momentos más bochornosos fue en el que los primos se vuelven locos cuando descubren que Rosy se ha agujereado las orejas. Incluso llegan a amenazar con ponerle una argolla en la nariz, cual vaca, para castigarla por su vanidad). Pero también se critica sin contemplaciones que algunos de sus primos quieran iniciarse en la vida adulta frecuentando malas compañías, fumando y emborrachándose. Es decir, adoptándose roles netamente masculinos para la mentalidad de la época.

No os voy a mentir, tampoco en esto:las novelas de Louisa May Alcott tienen un problema y es que han envejecido muy mal. Y esta que nos ocupa no es una excepción. Hay momentos y situaciones que me han resultado muy noños y pasados, y circunstancias que se han presentado que no dudo que resultarían impublicables actualmente. Que Rosy se decida “adoptar” a la joven sirviente Phoebe y darla una educación, sería visto, hoy por hoy, con ojo critico y como una muestra de condescendencia y superioridad moral por parte de una niña rica dispuesta a ser la salvadora de otra con menos recursos y posibilidades.

De todas formas, si hay algo que me ha llamado mucho la atención de “Los Primitos” es su clara intención didáctica. No en vano Alcott fue, además de escritora, enfermera e institutriz, e hija de Amos Bronson Alcott, un controvertido reformador educativo. La mayor parte de la obra se centra en los cambios que el tío Alec hace en la dieta, actividades y costumbres de su pupila, y en las asignaturas que estudia y como lo hace. Hay una clara critica al sistema educativo y las escuelas de la época, más centrados en hacer que sus alumnos estudien un batiburrillo de materias, que del hecho de que aprendan cosas adecuadas para su edad y que les sean útiles en el futuro, de una forma que les resulte clara. Esta es la parte que más he disfrutado porque me ha llamado la atención comparándola con la situación del sistema educativo español en la actualidad. Más de un siglo más tarde resulta bochornoso ver lo poco que a grandes rasgos no ha cambiado la situación. Esta critica me ha parecido el alma del libro, para que mentir. de hecho, varios de los fragmentos que más he disfrutado de esta lectura se deben a que me ha sorprendido lo adelantada que estaba para su época, al proponer una educación activa, en la que la salud y las buenas lecturas tenían un peso fundamental. El capitulo en el que se defendía la importancia de conocer el cuerpo humano para saber como cuidarlo y cuales pueden ser los motivos de las enfermedades, me ha sorprendido gratamente por motivos personales (siempre he pensado que en los colegios e institutos debería ser obligatorio que se enseñasen primeros auxilios).

De todas formas, también os digo que creo que esta parte didáctica se ha comido, en muchos momentos lo que es la trama de la novela propiamente dicha, la adaptación de Rosy a su nueva vida y las relaciones entre ella y sus siete primos. Con excepción de un episodio previo, no es hasta casi el último cuarto de la obra que esto cobra más relevancia. Es cierto que todo esto no se pierde de vista a lo largo de la lectura, pero hay veces que notaba que eso perdía peso. de todas formas, tengo que decir que no sé hasta que punto esto se debe a la pluma de Alcott o a la forma en que está editada la obra. Me da la impresión de que los ejemplares de Nuevo Auriga están tan enfocados en hacer la lectura accesible para los más jóvenes que se pierden episodios y la traducción pierde matices. Pero no puedo decirlo con seguridad. Aún así, si hay algo que a nivel narrativo me ha gustado es como Alcott se mueve en un núcleo familiar tan extenso. Cada uno de sus miembros tiene su personalidad bien definida, y no es difícil moverse entre tanto primo y tía y saber la relación de todos con todos. No voy a decir que los personajes tengan las caracterizaciones más complejas y trabajas del mundo, ni que haya momentos que sus reacciones sean indeciblemente ñoñas. Tienen los mínimos defectos para que no resulten demasiado pesados para el lector y este pueda empatizar con ellos. Y por supuesto, dichos defectos tienen una finalidad moral y educativa, tal y como puede esperarse en este genero literario. Pero al fin de al cabo estamos hablando de una novela de más de cien años destinada a un público infantil juvenil. Bastante que bajo todo hay una fuerte critica hacia la sociedad del momento y una buena carga satírica.

En resumidas cuentas “Los Primitos” es una obra que tiene sus cosas, sus luces y sus sombras, con momentos que resultan muy desfasados. Dudo que nadie pueda sentirse identificado ya con sus personajes y con muchos de los valores que aquí se presentan. Pero está claro que se escribió con la mejor de las intenciones y que aún hay cosas en ella que pueden salvarse, como la necesidad de dar amor y escuchar a los niños, la importancia de ser, ante todo, buenas personas, la necesidad de cuidar la salud y hacer deporte, y la belleza que pueden tener los lazos familiares. Es una obra añeja y (a veces excesivamente) buenista, pero que se lee rápidamente y que resulta bastante entrañable. de todas formas, tras leerla me reafirmo en algo que llevo diciendo mucho tiempo: tengo muchas ganas de leer alguna obra más adulta de Louisa May Alcott, aquellas que son más oscuras y enfocadas en el misterio. El tipo de literatura al que, de no ser por la presión de sus editores y sus necesidades familiares, a ella le hubiera gustado dedicarse.

Ojalá pueda hacerlo en 2022.