Para acabar con Eddy Bellegueule

Pese a ser una lectura dura, que me ha removido muchas cosas, me he bebido este librito rápidamente. Y ahora necesito locamente los otros dos publicado por Louis. En "Para acabar con Eddy Bellegueule, Edouard Louis va a narrarnos la historida de su infancia y su adolescencia, la dura vida que llevó a causa de la intolerancia del pequeño pueblo donde vivía.

Desde muy chiquitito Eddy no era como los demás niños, tenía la voz fina, tenía gestos y actitudes que la sociedad cataloga de "femeninos" y no disfrutaba de las mismas cosas que el restos de niños. Esto conllevaba que la horrible sociedad que lo rodeaba lo señalara. Empezando por sus propios padres. Siempre me cuesta creer que los padres sean el principal elemento de acoso a sus hijos. Grandes culpables de crear esos traumas a sus pequeños desde la más tierna infancia, pero tristemente, es así. Tanto su padre como su madre castigaban y recriminaban a Eddy siempre que este les resultaba "demasiado afeminado".

Curiosamente, uno de los hermanos mayores de Eddy, maltratador de manual, que pega a su mujer, a sus padres y a sus hermanos, nunca es juzgado por sus padres. "Es normal que un hombre sea agresivo", piensan constantemente, justificando así la violencia con la que actúan casi todos los hombres que aparecen en la vida de Eddy. Cuanto daño ha hecho y sigue haciendo el machismo.

Un libro que te toca profundamente, y que para los que hemos sufrido ese bullying, a veces directo, a veces sutil, nos va a calar muy hondo. Nada nuevo, pero sí necesario seguir contándolo.

Leer "Para acabar con Eddy Bellegueule" es sentarse frente a Édouard Louis y escuchar sus palabras. Cara a cara. Sin intermediarios. Sin filtros.
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Es mirar sus ojos, ver sus pupilas dilatarse.
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Es sentir la crudeza de su relato golpeándote en el estómago.
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Es ver cómo las palabras salen de su boca y se pegan a las paredes de la habitación.
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Es entrar en la realidad de su pueblo.
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Es que los insultos de su familia, sus compañeros de colegio y sus vecinos caigan sobre ti como un vertido de una sustancia viscosa.
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Es la homofobia agarrada a cada glóbulo rojo.
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Es padecer la impotencia del acosado, su dolor.
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Es llevar la humillación colgada del cuello ejerciendo un peso insoportable que te hunde en el barro de la vergüenza.
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Es sufrir el disparo a quemarropa de la palabra "marica".
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Es tocar la superficie rugosa de la opresión, que araña la piel hasta hacerla sangrar.
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Es ser el propio Eddy.
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Es que el dedo acusador por ser afeminado se te meta en un ojo.
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Es entender la dureza de pertenecer a una clase social desfavorecida en la que la balanza que pesa las horas trabajadas y el sueldo recibido siempre se inclina con decisión hacia las primeras.
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Es la política.
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Es respirar ignorancia, que como el dióxido de carbono desplaza al oxígeno.
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Es saberse traicionado.
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Es tropezar.
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Es caerse en la huida.
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Es querer desprenderse del Eddy y del Bellegueule.
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Es no ser... para ser.
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Es que la duda te pinche hasta traspasar el hueso de lado a lado.
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Es notar.
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Es decidir.
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Es despedirse de Eddy y darle la mano a Édouard.
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Es marcharse.
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Es... Es...
Para qué decir nada más de este libro si se puede resumir en 1 palabra: imprescindible.
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Me dijeron que la iba a pasar mal. Pero no sabía que iba a ser TAN MAL. La historia del autor (sobre cómo crece en un pueblo pequeño y prejuicioso con una familia del demonio) es durísima y te la cuenta sin adornos y sin victimizarse. Tal y cual fue, nada más.