Tostonazo

El protagonista de esta historia, del que no conocemos el nombre, nació en 1993 en Madrid. No es hasta llegar a la veintena cuando descubre lo que quiere hacer para el resto de su vida: dedicarse al cine. La respuesta se le presenta de forma fortuita: un día, en un bar, un compañero de barra con el que charla le propone trabajar como meritorio en una película que empezaban a rodar pronto. Desorientado como estaba con el rumbo de su vida, no dudó en decir que sí y todo cambia a partir de entonces.

Conforme va adentrándose en el mundo cinematográfico, el personaje se da cuenta de lo mucho que le gusta ese ambiente: el contacto con los profesionales del sector, de quien aprende mucho a nivel técnico y personal, las cámaras, los focos, la escenografía... Sin embargo, la felicidad de haber descubierto su vocación no dura mucho, pues aparece en el equipo Sixto, el hermano del productor de la empresa que rueda la película; él, a pesar de no tener estudios completos ni haber trabajado nunca dirigiendo una película, comienza a actuar como si supiera más que todo el mundo. Su relación con quien lleva las riendas de la producción hace que sus decisiones pasen a ser trascendentales, cambiando con ello la idea de la película y todos sus engranajes.

Mientras el protagonista va aprendiendo cuál es su lugar en el mundo, observa a la gente de su alrededor y va descubriendo poco a poco qué manera es la adecuada para alcanzar las metas personales.

Tostonazo es una novela de 192 páginas dividida en 26 capítulos cortos. Es un libro que, más allá de ser breve, es muy fácil de leer, por lo que es una lectura perfecta para combinar con libros más extensos y concienzudos.

La historia se cuenta en orden cronológico y desde la perspectiva del protagonista. Aunque hay obras en las que se echa en falta una segunda voz, en este caso no es así, ya que la voz del personaje es tan especial y entretenida que no necesita de ninguna otra para contar la trama.

El ritmo de la novela está bien; no es ni lento ni demasiado rápido, engancha lo suficiente como para apetecerte seguir leyendo más capítulos y que tu interés no desfallezca.

En cuanto a la pluma del autor, ha sido, para mí, uno de los puntos fuertes del título. Santiago Lorenzo escribe de una manera que te da la sensación de que te está contando la historia un amigo, una persona de carne y hueso. Su lenguaje es cercano, cotidiano y muy fresco; es difícil encontrar historias con un estilo tan personal y original como es el caso de esta novela. También me ha gustado mucho de Lorenzo su forma de trasladarte allá donde esté el personaje a través de sus descripciones; aunque el mundo del cine nunca me ha suscitado curiosidad alguna, el autor ha conseguido, con sus detalladas escenas y situaciones del rodaje (te cuenta tanto lo bueno como lo malo), planteármelo como algo atractivo.

Los personajes de Tostonazo son otro de sus puntos fuertes. A pesar de ser la mar de pintorescos, sus peculiaridades pueden llevarnos a pensar fácilmente en personas que conocemos, lo que permite adentrarse más en la novela si cabe.

Podría decirse que el protagonista es la persona más "normal" de todas cuanto anidan las páginas. Se trata de alguien que comienza muy desorientado en la vida, sin rumbo claro, y que de forma fortuita descubre algo que termina apasionándole. Es muy sencillo y, a pesar de lo que pudiera parecer al principio, una persona con los pies en el suelo. Aunque comienza siendo soñador e idealista, conforme avanza la novela va madurando y volviéndose más realista; afortunadamente, esto no conlleva dejar de lado sus aspiraciones. Esta cualidad es la que más me ha gustado de él: la perseverancia que, sumada a su humildad y buen hacer, le convierten en un personaje simpático y del que apetece seguir leyendo.

Lo contrario ocurre con Sixto, la pesadilla del rodaje en el que trabaja el protagonista. Él es todo lo que está mal en el mundo: no solo es un ignorante, sino que no es consciente de que lo es y actúa con una petulancia que genera mucho rechazo. Todo el mundo le detesta, pero él sigue erre que erre forzando a los demás a hacer lo que diga. Crea un ambiente de trabajo muy hostil, ya que su parentesco con el jefe de la productora provoca temor en los trabajadores. Tanto él como el protagonista empiezan prácticamente de cero en el sector cinematográfico, pero a diferencia de Sixto, el protagonista acata, escucha y aprende, mientras que Sixto hace oídos sordos a quienes saben más que él. En esta contraposición entre ambos caracteres radica uno de los grandes atractivos de la novela.

De Pacomio no hablaré mucho, puesto que podría incurrir en spoiler. Solo mencionar que se trata de un anciano muy amargado que es como el perro del hortelano, que ni come ni deja comer. Si leer cosas sobre Sixto me sacaba de mis casillas, leer sobre Pacomio me provocaba la misma angustia. Lo peor de todo es que es un tipo de persona con la que todos nos hemos cruzado alguna vez en la vida: cascarrabias y muy difícil de tratar. Pacomio representa a esas personas mayores que piensan que su forma de ver la vida es la única correcta, que todo lo pasado fue mejor y que no ve esperanza en las futuras generaciones. Es alguien hipócrita e incoherente con el que cuesta mucho empatizar mínimamente.

Por último, cabe mencionar a Bertrand que es, junto al protagonista, el personaje que genera más simpatía en el relato. Es una persona muy sencilla que no tiene apuros económicos y que lo ha tenido muy fácil en la vida; no obstante, su acomodada situación no le ha hecho ser jactancioso. Su dinero le permite vivir con facilidades, pero él prefiere disfrutar de las pequeñas cosas. Bertrand es muy observador e inteligente y el protagonista aprende muchísimo de él; la amistad de ambos es uno de los aspectos más bonitos del libro.

El libro está lleno de mensajes implícitos muy interesantes. Uno de ellos es la importancia de perseverar y no darse por vencido. El título te plantea la realidad de muchos jóvenes y jóvenes adultos que están intentando encontrar su lugar en el mundo, pero les está costando; el protagonista, a pesar de no tenerlo fácil para moverse en el mundo del cine —especialmente porque no tiene formación—, no deja nunca de buscar la manera de poner el pie en un rodaje.

Respecto a la formación, me ha resultado muy interesante que deja entrever que los estudios no lo son todo —en la sociedad actual, donde se te dice que si no te formas no eres nadie es muy importante entender ese mensaje—, que en algunas ocasiones vale más la disposición y las ganas de hacer las cosas bien que el haberse formado (aunque, obviamente, esto también sea importante).

Asimismo, me ha gustado de Tostonazo que, aunque es esperanzador, también es realista: no te vende que vaya a ser fácil luchar por tus sueños, pero sí que el esfuerzo merecerá la pena.

De la trama también me quedo con lo muchísimo que se puede aprender de los demás si uno se para a observarlos lo suficiente. Una persona dice mucho con sus palabras y con sus acciones y, a través de ellas, podemos llegar a aprender mucho de ella y también de nosotros mismos (¿estamos de acuerdo con su forma de actuar? ¿Qué habríamos hecho en su lugar?).

Además de estas pequeñas enseñanzas, también resalta el encanto de las ciudades de provincias. Me gusta leer libros ambientados en todo tipo de lugares, pero me fascinan especialmente aquellas historias que transcurren en ambientes menos transitados que las capitales o grandes ciudades.

El final es acertado para la historia. Aunque parece que en las últimas páginas vaya a precipitarse, considero que el autor ha conseguido cerrar la novela bien y de forma coherente.

En definitiva...

Tostonazo es un libro aparentemente sencillo pero que guarda entre sus páginas mensajes muy interesantes como la importancia de perseverar y seguir tus sueños sin dejar de ser realista. También presenta a personajes de lo más variopintos que generan mucho rechazo pero, al mismo tiempo, enseñan cómo no hay que actuar ni ser en la vida. Santiago Lorenzo es un escritor muy fácil de leer gracias a su lenguaje ameno y coloquial, que a su vez utiliza con maestría para describir los dos escenarios principales: el mundo del cine y la ciudad de provincias. La obra es perfecta para leer cuando se busca pasar un buen rato, ya que no es una historia que cale en exceso ni busque ser excesivamente concienzuda.
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La última novela de Santiago Lorenzo, “Los Asquerosos”, supuso todo un fenómeno editorial con más de 200.000 ejemplares vendidos. A pesar de no haber leído nada del autor con anterioridad, ese dato fue razón suficiente para que “Tostonazo” se colocase como una de las novedades de otoño que más ganas tenía de leer. Después de leerlo y de asistir a su presentación en sociedad hace unos días, he de decir que entiendo más que de sobra el porqué del fenómeno.

“Tostonazo” es un relato costumbrista acerca de aquellos que hacen la vida posible y quienes la hacen imposible, en el que todo el mundo podrá verse reflejado en uno de los dos bandos. Todos creemos (o deseamos) pertenecer al primer grupo, pero muchos estarán (o estaremos) en el segundo, de forma consciente o no. El problema viene cuando la ignorancia, o la propia estupidez, no nos permite darnos cuenta que somos parte de él.

El protagonista de “Tostonazo”, un joven sin oficio ni beneficio, se ve metido de lleno en el rodaje de una película en el que deberá convivir con un director que no dirige y un “delegado de producción”, Sixto, nombrado a dedo y cuyo único mérito es ser hermano del productor. Sixto quiere manejar el cotarro a toda costa, convirtiéndose en el típico doctor liendre, que de nada sabe y de todo entiende. Una vez finalizado el rodaje, y ante la falta de oportunidades laborales, nuestro protagonista se trasladará a Ávila para encargarse de un familiar, Pacomio, que tratará de amargarle la existencia, pero nuevas amistades le redescubrirán la alegría de vivir y su amor por el cine.

“Tostonazo” es un espejo que nos muestra esa fascinación que sentimos por los imbeciles, por esos cretinos con comportamientos deplorables, a los que su propia estulticia les impide ser conscientes de su mediocridad. Aunque en ocasiones los personajes puedan parecer llamados al extremo, estoy convencido que todo el mundo podrá reconocer algún Sixto o Pacomio en su vida.

Dice el protagonista en un momento de la historia “Un día la hija se lo llevó a Salamanca. “No me gustó nada”, me contó. Si no le gustó Salamanca no sé qué ciudad española le iba a gustar”, y como salmantino que soy, solo por esa frase ya me ha ganado para siempre 😄.

«Yo iba para alcohólico. Pero me metí a trabajar en el cine»
 
 
Es una novela que se podría resumir en personas que facilitan la existencia y aquellas que la complican sin necesidad. Todos nos veremos en un lado o en otro, pero si preguntamos a algún amigo, quizá su visión de nosotros no sea la esperada. Los que sufren de ceguera sobre sí mismos son los más peligrosos, porque van haciendo judiadas sin ser consciente de ello y creyéndose grandes hacedores del bien y, por lo tanto, rodeado de desagradecidos, para mí sin ninguna duda son los más peligrosos, porque no dudan en seguir emponzoñando con sus criticas sin pensar si verdaderamente el mundo está en contra de ellos o ellos no son tan dadivosos como creen.
                La historia es el día a día de muchos trabajos, ¿quién no tiene un jefe colocado a dedo que no sirve ni para doblar calcetines? ¿Quién no tiene un pariente toca pelotas? ¿Cuántos Sixtos o Pacomios conocéis?
Leyendo el título da miedo, yo jamás hubiese llamado a mi novela así, pero creo que es como la esencia de estos personajes rancios que te atrapan a la par que te desquician. Sí, hay personajes buenos, pero me atrapan estos, los que son un tostonazo de soportar.
 

“Tostonazo” ha sido mi primera incursión en la prosa detallada y elegantemente humorística de Santiago Lorenzo, un autor que hace un humor inteligente, reflexivo y crítico.
Algunos personajes son un fiel reflejo del prototipo abrazafarolas y meapilas que suelen vegetar en este suelo patrio, desgraciadamente son legión, se me vienen a la mente un porrón.
Santiago sienta cátedra con su personaje principal de cómo hay que afrontar el trato y la convivencia con estos personajillos y como salir airosos y hasta triunfantes de ello.
Un capear constante de sinsabores de la vida y de cómo superarlos, aderezados con la entrada en escena de personajes indeseables que nos amargan aún más el día a día, me he sentido identificada con el personaje principal (del que no se menciona el nombre) en algún momento de mi vida, seguro que si lo lees te pasará igual.
El desarrollo de la obra es muy ameno, se hace rápido por las distintas situaciones y escenarios, increíbles y originales por los que transita nuestro personaje estrella, que no estrellado…empatía, humor, superación, crítica social, son algunos de los temas que toca.
Espero que os animéis con esta novela cómica que os arrancara más de una carcajada, no tiene desperdicio ninguno.

Tostonazo es la historia en primera persona de un joven que no sabe qué quiere hacer con su vida, salvo que necesita salir de la casa familiar tanto como sus padres desean que abandone el nido. Mientras tanto, se aficiona al alcohol, más concretamente al orujo blanco, medio por el que consigue mantener una conversación etílica que lo acaba introduciendo en el excéntrico mundo cinematográfico. No os equivoquéis, no trabajará de actor. Estamos hablando de un tipo nacido en el 93, es decir, perteneciente a la generación dispuesta a aceptar unos niveles indefinidos de precariedad. Por lo que será meritorio, desempeñará esas labores que nadie verá valoradas en los créditos finales de ninguna película. No ganará lo suficiente como para independizarse, pero al menos será feliz haciéndolo y, siendo sincera, es más de lo que puede decir la mayoría.

En esta primera peripecia laboral, el protagonista descubre a un tipo de personas que le acabará fascinando: la gente que hace la vida de su entorno imposible. Este es el caso de Sixto Arias Rivero, quien, en su empeño de que Corolenda (que así se refieren a la película entre los miembros del rodaje) le saliera bien a su director, se dedica a destrozarla. También es el caso de Pacomio, el familiar lejano al que debe cuidar por prescripción de sus padres, demasiado impacientes ya por que el polluelo se vaya de casa, aun a riesgo de que se estrelle en el intento. Para ello, debe abandonar su ciudad natal (Madrid) y su recién descubierta vocación para mudarse a Ávila. Tostonazo sigue la línea literaria del autor (y su tan característico sentido del humor, tan irónico y ácido) y se muestra como una feroz crítica a la sociedad actual. Si os gustó Los asquerosos, ni lo dudéis. Y si no lo habéis leído todavía, tampoco lo dudéis.