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Hoy vengo a hablaros de mi última lectura de noviembre: Un cielo sin Luna. Lo aparqué durante casi un año entero por culpa de un parón lector. Por suerte, no había avanzado lo suficiente como para perderme y no poder retomar la historia. Como los libros anteriores de la serie, Un cielo sin Luna también está dividido en varias partes. En la primera, en pasado, vivimos al tiempo de Luna y Étienne la magia que se respiraba en ese tren atrapado en la nieve la última noche del año. En la segunda, ya en presente, seguimos la vida de ambos y descubrimos cómo han cambiado en muchos aspectos, pero que el recuerdo de esa noche sigue ahí, palpitando. Es el libro más intenso de los tres. No por la historia de amor en sí, si no porque la primera parte ocurre en un transcurso tan corto de tiempo que se siente todo al máximo, y eso se arrastra la novela entera. Los capítulos son muy cortos y se intercala la narración entre Luna y Étienne, cosa que agiliza el ritmo de lectura. Luna es digna hija de su padre, y me han encantado las pocas escenas en las que aparece Bruno. Étienne, en cambio, es todo lo contrario. Es un hombre sensato y correcto al que no le gusta precipitarse y que siempre piensa en los interés de los demás antes que en él mismo. Es el libro que menos me ha enganchado de los tres de serie Polos Opuestos. Me gusta mucho la pluma de Neïra; es una de las cosas que más me enamoró en "Caótica Jimena". Pero este libro es demasiado dulce, demasiado sensible, demasiado intenso. Incluso me ha resultado repetitivo. Es una pena no haber disfrutado de este final tanto como me hubiera gustado. Espero leer próximamente más libros de la autora y que la experiencia sea mejor. |
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