Un cielo sin Luna

—Te debo una noche en París.

Quiero sentirla sin nada. Sin obstáculos. Sin barreras de ningún tipo. Solo ella y yo dentro de un abrazo.

Somos tantos recuerdos que me resulta imposible pensar en un futuro.

Con Luna no hay nada seguro más que lo que yo soy cuando estoy con ella.

No soy fuerte. No soy firme. Solo soy una chica que está agotada de no permitirse sentir.

Eso pasa cuando las oportunidades se niegan y un día te las encuentras de frente, que provocan sentimientos en ti que no sabes gestionar, porque no es su momento, fue otro que ya pasó.

[...] porque nosotros nos seguiremos quedando en esa anticipación contenida sin cumplir.

Eso fuimos. Eso somos. Eso seremos.

Hasta mis recuerdos se ven manchados por el suyo.

—No sé si ser así merece la pena.

—Ten por seguro que a mí no me gustaría serlo, pero tenerlo a tu lado... tenerlo es maravilloso.

Rebosaba intensidad por cada poro de su piel. Casi era como si las emociones le resbalaban por encima; se le escapaban porque le sobraban. Agotaba. Te deja exhausto. Arrasaba con todo. Con los demás. Conmigo. Con ella misma.

Y daba igual. Si se iba, estaba convencido de que querría más.