Caótica Jimena

Pero, qué hostias, las tristeza es un derecho como cualquier otro. Ni siquiera debe tener razón de ser; la sientes y punto. Como el amor. Y yo me sentía triste.

- Duele
+ No es dolor. No si te hace sentir tan vivo.

Eso es lo que ocurre, que por mucho que sepas que no es lo correcto, a ratos no puedes más y te dejas querer, aunque no sea lo que desees, solo por la necesidad de recordar lo que es sentirse querido.

No éramos amigos, no éramos expareja, no éramos nada más que un sentir extraño.

—Eres la forma que tiene el mundo de mostrarme lo bonita que podría llegar a ser mi vida.

—Estás loco.
—¿Y qué? ¿Loco por ti? ¿Por la vida? ¿Por el amor? Es mucho mejor que estar muerto por dentro.

Un beso de Jimena era... era para mí una vida entera condensada en unos segundos, por muy hortera que suene. El clímax de una buena película. El orgasmo viendo porno. Todo y nada.

El temblor de las rodillas de las novelas, los saltos mortales de los poetas, yo qué sé; para mí era la mota de luz en una fotografía y que hacía a esta perfecta.

¿Y qué quería de verdad? ¿A qué aspiraba? ¿Qué deseaba, aparte de tener a Bruno día sí y sí también entre las piernas? No encontré nada. Y la nada aterra.

—¿Qué es para ti, entonces?
La miré. Era un pregunta fácil
—El sonreír solo con oír su nombre por la calle. Cerrar los ojos, imaginarte la vida y que esa persona esté a tu lado. En una partida de Trivial, elegirla en tu equipo la primera, aunque se le dé fatal. Que te gusten sus partes feas solo porque esas también son ella. Cosas así.